SICARIOS…
o fantasmas…de wisky… y coca.
Rafael del Barco Carreras
La Historia y Literatura sobre la Barcelona de antes de 1936 abundan en sicarios a sueldo de las Patronales o sus contrarios los fanáticos anarquistas de los Sindicatos Obreros. Se ganó el titular de la “Ciudad de las Bombas”. El Franquismo, cual caballo de Atila, acabó hasta con la hierba, aparentemente, porque los sicarios continuaron formando parte o extensión de la propia Policía y Régimen. En España la palabreja desapareció del apartado de sucesos de los periódicos (excepción hecha al referirse a sicarios de Salín), y diría que ni en El Caso, de Enrique Rubio, al que le permitían no más de un asesinato o violencia grave a la semana.
En la llamada Transición el asesino a sueldo tampoco apareció demasiado en la prensa, aunque varios de los asesinatos de entonces, como los de Viola, Bultó, el caso Escala, no tengan demasiada explicación con la versión oficial, y desde luego no fueron los condenados y conocidos por mí en prisión, como confirmaría el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Años violentos, la apacible en apariencia noche franquista se convirtió en muy peligrosa, confundiéndose carne y pescado, delincuencia, policía o parapolicía, gentes de pistola reglamentaria por la Calle Tuset, 2´40, el Sandor, Don Chufo, Charly Max, Bacarrá, Metamórfosis, Clochard o Boccachio, la “Diagonal arriba”, revueltos captadores y burlangas de las millonarias timbas clandestinas, con preferencia la “señora”, el Black Jack, el póquer y hasta alguna ruleta, del Circulo Ecuestre, el Tiro, el San Jorge, la Peña Solera, o el Polo, con los incipientes grandes narcos.
Y si en el Chino y los barrios periféricos se expandía el hachís y la heroína, en esa parte “alta” la cocaína pasaba de minoritarios ricos excéntricos, o la intelectualidad progre, a masificarse sin freno. Fueron muchos los arruinados por la crisis de la Transición que rehicieron sus fortunas, aunque el brillo durara poco, al igual que el rendimiento de los craks del fútbol absorbidos por el dorado o blanco ambiente.
¡Buena trituradora de figuras Barcelona! Aquellos 70 se mostrarían un tanto cutres y provincianos comparados con los macroprostíbulos y refinadísimos locales de ambiente actuales.
Al compás pues del gran negocio del narcotráfico el Sicario clásico aparecería en la prensa. Demasiado muerto, oliendo a ajuste de cuentas, o a atraco entre delincuentes, para acallarlo. Se diría que avanzados los 80 con el refinadísimo Up & Down, se aúnan los clásicos “chivatos y confidentes” explotadores de la prostitución y demás delincuencia con el narcotráfico. Y revueltos con los fantasmagóricos y golferas noctámbulos forman un espectáculo visible, sin demasiados tapujos, con la prostitución de lujo de auxiliar atractivo (el “Chino perfumado” de la calle Londres, Carretera de Sarriá o Río Rosas), entre la alegría de la burguesía clásica, o los ascendentes progres que transformarán su aspecto de barbas y trencas por refinados trajes. Además, de los abundantes e intelectuales sudamericanos huidos de las dictaduras, se pasa a narcos recelosos con la facilidad con que los naturales no pagan sus deudas encontrando una perfecta sociedad para su gran negocio, con el correspondiente blanqueo. Bufetes y el mundo lúdico en la misma acera.
Y los reductos se ampliarán transformando todo el Ensanche Izquierdo, donde vivo, y los viejos del lugar nos asombramos de que alguien pague tan excesivos alquileres, y más de saber que hasta funcionen laboratorios de trasformación.
Al esplendor acudieron los “licenciados en todas las altas tecnologías” del Este, alguno con dólares robados en su país con el lío del desmantelamiento del comunismo, y otros dispuestos a robar en tan rica y oscura sociedad. Gente que superan la violencia del narco sudamericano.
Entre Diagonal Aribau subiendo hasta la Travesera de Gracia no era extraño ver en la misma mesa etnias tan dispares como turcos, yugoslavos o rusos, de varias de las nuevas nacionalidades, y españoles de rancia raigambre. En su educación y aspecto se parecían a los alemanes hitlerianos que tan buena acogida tuvieron tras la guerra europea, y que conocí de empleado del alemán Banco Comercial Transatlántico.
Mal tema tomarse una copa en según que lugares de la refinada Barcelona. El Oasis Catalán acalló como durante el Franquismo la violencia propia de una capital donde droga, blanqueo y dobles y triples contabilidades obligan a una “especial legalidad y mentalidad”, siempre corruptas.
Pero la época dorada se resquebraja. El boom de los dólares kuwaitíes, de la Olimpíadas, de la transferencias a la Generalitat, o la desaforada y sin tino Construcción se acaba, y se agota la liquidez bancaria, y la Droga, el Turismo, y la clásica laboriosidad, ingenio y capacidad empresarial barcelonesa, no parece que enderecen la situación. Por arriba con la alta burguesía repitiendo las quiebras de “malas épocas”, como la Transición, por abajo, de nuevo el paro, real, sin subterfugios, la ruina, el callejón sin salida, y más abajo, lumpen, delincuencia y drogas amenazan con un incontrolable sunami. Un buen caldo de cultivo para sicarios o aficionados a la tertulia barera vendiendo fantasías o soluciones peliculeras.