José Antonio Martínez-Abarca
Lo único bueno que tienen las crisis económicas no es que salgas de ellas más "fortalecido" (en todo caso, sales de ellas más mayor y con menos dinero que antes) sino que hacen que el catastrofismo parezca una rama del arte de la prudencia. No me termino de creer que la próvida derrama económica (tan franquista) que acaba de hacer Zapatero sobre los bancos españoles en previsión de que bajo el miedo algún banquero se le pase al PP (tan inimaginable) o, peor, al liberalismo, salga de la máquina de hacer billetes que tenía mi bisabuela María bajo el colchón.
Rodríguez Zapatero, ese vago, en el sentido más difuso del término, cree que la economía es lo que él decide que es la economía, como el diccionario, y tiene sobre los billetes de banco la misma opinión que mi bisabuela, digo: piensa que, empollándolos el suficiente tiempo al calor del cuerpo, crecen y se multiplican, porque para mi bisabuela los billetes de banco no eran una cosa, sino una especie de animal doméstico. Mi bisabuela murió en la firme creencia de que si ponías veinte duros con la cara de Manuel de Falla antes de acostarte e ibas a comprobar si habían descansado a la mañana siguiente te encontrabas la cara de Manuel de Falla repetida, o sea, dos billetes de veinte duros. Con lo que la siguiente mañana, por el mismo procedimiento, serían cuatro y así en adelante. Rodríguez Zapatero piensa con la misma firmeza que mi bisabuela que para que el dinero crezca y pueble el mercado como los conejos basta con desearlo y sobre todo decirlo. Pero insisto en que nunca me terminé de creer toda aquella historia tan como de pensamiento mágico "progre", y sospecho más bien que el dinero sale de algún sitio concreto y por motivos proteicos, además. Sospecho que todo lo que se está gastando Rodríguez Zapatero en "piulas" es dinero que no aparecerá por otra parte.