Cualquiera que sea su desenlace, el proceso electoral desveló una profunda brecha en la estructura política de Irán, así como una fuerte voluntad de cambio de buena parte de la sociedad civil hastiada de pagar la factura de las estrategias políticas y económicas del régimen actual.
Tras la confirmación oficial de siete muertes, la víspera, en Teherán, Berna exhorta al Gobierno iraní a "dar prueba de mesura" y a "respetar la libertad de expresión".
Mientras tanto, y en medio de medidas de censura a la prensa extranjera, simpatizantes del presidente iraní, y del candidato opositor, Mirhosein Musavi, participaban este martes en sendas concentraciones opuestas en la calles de la capital de Irán.
En un comunicado, Berna dio cuenta de su inquietud con respecto a la situación en ese país y exhortó a Teherán a dar prueba "de mesura en el control de las manifestaciones" y a "respetar la libertad de expresión".
Las autoridades suizas "toman nota" de la propuesta del Consejo de los Guardianes de la Revolución de proceder al recuento de los votos "sujetos a objeción" tras la elección presidencial del pasado 12 de junio, indicó el texto del Ministerio suizo de Exteriores, divulgado este martes.
La dependencia expresó su deseo de que "las verificaciones sean hechas con la seriedad" necesaria, y agregó que examinará "con atención" las conclusiones de un eventual recuento de los votos.
De acuerdo con los resultados oficiales, el presidente saliente, Mahmoud Ahmadinejad, habría sido reelecto con 63% de los votos, mientras que su principal oponente, el moderado Mir Hossein Moussavi, habría obtenido sólo 34%.
Este último, con el apoyo de cientos de miles de manifestantes denuncia un fraude masivo en los comicios.
Fractura en la jerarquía política
"Estas elecciones mostraron, y es un hecho nuevo, que hay un abismo de desconfianza entre los diferentes miembros de la jerarquía política de Irán, en particular del Consejo de Discernimiento, presidido por ex presidente Akbar Hashemi Rafsanjany, que fue acusado de corrupción por Ahmadineyad", explica el doctor Alexandre Hedjazi, politólogo de la Universidad de Ginebra.
Precisa que las acusaciones en las esferas de poder iraní y el subsecuente debate en la televisión, son una novedad en los 30 años de la Revolución Islámica.
"Es una declaración de guerra entre los diferentes componentes de la jerarquía iraní", precisa el experto en entrevista con swissnfo.ch.
"En esta campaña electoral, Ahmadineyad abrió una brecha que será muy difícil cerrar, cualquiera que sea el resultado de las elecciones y de las manifestaciones. Una brecha abierta en las más altas instancias del Estado iraní que dejará una huella profunda y que ha sacudido a la sociedad iraní y el Estado mismo".
Las protestas que siguieron al anuncio de los resultados de los comicios, expresan por otra parte una clara voluntad de cambio por parte de amplios sectores de la sociedad, en particular de los jóvenes, y muestran también la emergencia de dos visiones diferentes del mundo al interior de Irán:
Una conservadora, encabezada por el gobierno populista actual "iranocentrista" y una más pragmática, que busca una mayor apertura hacia el mundo occidental, representada por el candidato Mirhosein Musavi.
Suiza, mediador privilegiado
"El rol de Suiza, no sólo como representante de los intereses de Teherán en Washington y viceversa, sino como canal de negociación entre ambos países, tendrá una importancia aún mayor", explica el profesor Hedjazi. "En los momentos de crisis, esa mediación reviste una mayor trascendencia", puntualiza.
El proceso electoral se inscribe en un contexto muy difícil para la sociedad iraní, severamente golpeada por una crisis económica que se traduce un tasa de desempleo superior al 12%, un inflación de 24 puntos y un índice de crecimiento que se desplomó del 6.5% en el primer año de mandato de Mahmud Ahmadineyad al 05% en 2008.
Todo ello, cuando las cifras demográficas dan cuenta de que la mitad de la población tiene menos de 30 años. Una estadística que muestra la urgencia de crear empleos, precisa Hedjazi al subrayar que esa difícil situación económica ha generado severas críticas a la política del ramo implementada por Ahmadineyad, no sólo por parte de la oposición, sino de los conservadores pragmáticos.
"La pregunta que se plantea la oposición es: ¿cómo llegó a esas cifras un país tan rico, cuarto exportador de petróleo de la OPEP, y segunda reserva de gas en el mundo, con ingresos petroleros que aumentaron con el alza de los precios de ese hidrocarburo?"
Sus críticos aducen también que la causa principal de la inflación es la política de subsidios que ha permitido a Ahmadineyad crear una base electoral fuerte y ganarse la fidelidad de buena parte de la población.
Política aislacionista
La oposición cuestiona igualmente la política exterior del mandatario iraní que se alimenta desde el primer día de una retórica antioccidental e incendiaria, en particular contra el Estado de Israel, añade nuestro interlocutor, amén de la voluntad de minimizar el verdadero impacto de marginalización de Irán en la escena internacional.
"Para la oposición, Irán paga un costo muy alto por esa política exterior y económica, particularmente tras la imposición de la ONU de las sanciones relacionadas con la cuestión nuclear".
En ese marco, el acceso a los créditos de bancos de otros países es muy limitado y la inversión extranjera está en caída libre en Irán. Entonces, prosigue el investigador, todo lo que puede ayudar al país a resucitar una industria - en particular la petrolera, que ya es muy vieja-, y generar riqueza para la creación de empleos, no puede hacerse con la política de Ahmadinayed.
La fuente principal de tensión entre Teherán y el mundo occidental es la cuestión nuclear, y la oposición le reprocha el hecho de que su visión iranocentrista o islamocentrista, no contribuya en nada a resolver el problema del país.
En ese tenor, cabe recordar que luego de su elección, el dirigente iraní afirmó que para su país el dossier nuclear estaba cerrado. "Lo que hace prever que nos encaminamos hacia un periodo muy difícil si Ahmadinayed es validado como presidente y continúa esa política sin compromiso ni voluntad de negociación con respecto a los países occidentales".
Desconfianza mutua
El doctor Hedjazi considera que la desconfianza es la característica fundamental entre el país que nos ocupa y el mundo occidental desde hace ya 30 años; es decir, desde el triunfo de la Revolución Islámica del Ayatolla Ruhollah Jomeini.
Recuerda que los países occidentales sostuvieron a Sadam Hussein durante la Guerra entre Irán e Irak que se prolongó durante 8 años con un saldo de un millón de muertos, además de su actual presencia militar en el Golfo, en Irak, Afganistán y en los Emiratos (base militar francesa).
"Irán piensa que hay una intención escondida detrás del discurso de nenociación en materia nuclear", subraya Hedjazi.
La parte occidental, a su vez, desconfía del apoyo iraní al Hezbollah en Líbano; Hamas, en Palestina, así como a los grupos chiitas en Irak -que han dado muerte a soldados estadounidenses e ingleses-.
El Gobierno de Obama teme también que el acercamiento entre el régimen iraní y los gobiernos de izquierda de América Latina, encabezados por el presidente venezolano Hugo Chávez, pueda incrementarse.
Diálogo Obama.. ¿?
Diferentes países occidentales, incluidos Francia, Alemania y Estados Unidos, han expresado su preocupación por el estado de cosas en Irán, donde los enfrentamientos habían arrojado un saldo de siete muertos y decenas de heridos.
Lo anterior, en momentos en que el Gobierno del presidente de Estados Unidos ha lanzado una nueva estrategia en su política exterior, incluida la posibilidad de establecer un diálogo con Teherán.
"La pregunta para Occidente es ¿con quién hablar, con un presidente que sale de una elección muy contestada que ha provocado siete muertes?, ¿Es la mano de ese presidente la que Obama va a estrechar o EE UU va a pronunciarse a favor de la oposición?
Marcela Águila Rubín, swissinfo.ch