CITA DEL DIA

sábado, 1 de marzo de 2008

TEMPORADA BAJA

martes 25 de diciembre de 2007

-OUT OF ORDER-
“Es curioso como algunos momentos se graban en la mente, mientras todo el resto del tiempo se va por un sumidero” o algo así, recuerdo haberle oído un día a mi compañero de arriba de litera en la mili. Yo era para entonces alférez de esa compañía, y no recuerdo mucho de aquél chico, si era estudiado o no, a qué se dedicaba ni nada de eso, pero sí recuerdo que era de esas personas de las que uno se acuerda después a lo largo de la vida, que se ven con el paso del tiempo como sabios o mentes lúcidas apenas reconocidas mientras el resto de gente, como él mismo decía en aquella frase, “se van por el sumidero”…
Lo recuerdo ahora, ahora que ando de vacaciones forzadas en un lugar de la costa en temporada baja, absolutamente sólo –y es curioso, pienso, cómo para estos lugares, la mayor parte del tiempo es “temporada baja”- sin saber muy bien por qué, justo al despertarme repentinamente de una siesta, echado en la cama, mientras afuera azota el viento (uno de cuyos golpes contra los mástiles de los cercanos veleros, seguro, ha provocado mi violento despertar…). Tal vez la situación es parecida, estoy aquí echado en la cama ahora como lo estaba entonces, viendo cambiar la luz por entre las rendijas de la ventana, y ahora mismo he puesto una canción en la radio. Sí, sinceramente, me pregunto si este forzado retiro mío, ya con una edad, todos estos días plomizos que tanto se parecen los unos a los otros,…, si habrá algún momento de entre ellos que se grabe a fuego en la mente… o si más bien todo, como sospecho, se acabará yendo también por el sumidero…
La canción de la radio, que sonaba brillante pero algo melancólica, me ha traído recuerdos también, de otras partes del pasado… Tal vez sea sólo la neblina que le envuelve a uno a veces cuando se acaba de despertar, las figuraciones que le hace creer reales... O tal vez los fantasmas del remordimiento que, -como dijo el poeta- encarnados en alguien o en una determinada visión, vienen a visitarnos algunas veces en la vida para recordarnos lo que no hicimos en su momento, lo que pudimos hacer, aquello en lo que nos equivocamos y no aprovechamos… y que a veces toman el rostro y el cuerpo de un hombre (o una mujer). El recuerdo de ese lugar de mi pasado fue justo anterior a la rememoranza de aquél compañero de mili (era cabo, ahora lo recuerdo, y también que venía de Salamanca) que muy de vez en cuando –porque la mayor parte del tiempo permanecía callado- soltaba una de aquellas frases sorprendentes o estremecedoras (cuando te parabas a pensarlas)…
Dicen que una de las características físicas en que se manifiestan los procesos de demencia, o de alucinaciones paranoides, son los del descuadre estacional (o también del descuadre horario) por los cuáles uno viene a sentir en determinadas ocasiones, que está en una estación del año ya largamente pasada y dejada atrás, e incluso comienza a actuar y comportarse como si realmente el reloj (de su cabeza, se entiende) anduviese aún por aquella lejana estación. Pues bien, hace un rato, recién despertado o en las mencionadas nieblas entre el despertarse y el sueño, me pareció creer que allá afuera, tras de las entornadas contraventanas y cortinas de mi penumbrosa habitación, allá donde afuera soplaba el viento de éste enclave turístico fuera de temporada, era en realidad el tardío verano el que transcurría, en la casa que la familia de mi madre tenía en un pueblecito del norte, donde año tras año mis padres y hermanos pasábamos unas largas temporadas, que sin embargo hace ya mucho que quedaron atrás. Brillaba el sol de la tarde como allí entonces, de vez en cuando –entre lluvia y lluvia porque era un lugar muy húmedo- solía hacerlo, de una forma extrañamente intensa y plena, de ese tipo de manera en que nuca en los lugares más tópicos y concurridos del sur del país, siquiera, llega a hacerlo…
Pero como he dicho, la figuración ha sido de un solo instante quizás. Luego, he caído, tal vez haya sido esa antigua canción que sonaba en la radio, justo quizás en el momento en que me despertaba y la encendí, la que me haya retrotraído a aquella época, pues era de entonces también. A veces, se tiene la impresión de que en determinados momentos, la radio emite extrañamente justo las canciones indicadas para ti… Todo esto me hace recordar aquella anécdota sobre el sueño que una vez me contaron: de cómo alguien, dormido en el salón de su casa, estaba soñando, figurándose en la revolución francesa, subido a la guillotina justo un instante antes de ser decapitado, y cómo justo entonces, un cojín cayendo contra su cuello lo despertó…
Pienso muchas veces en algunos momentos de la mili, de cómo yo, cuando estaba a punto de licenciarme, debía hacerme cargo de una compañía de reclutas y soldados más jóvenes (pues yo hacía milicias universitarias, y andaba ya por una edad próxima a la de acabar la carrera). Y siempre me sobrecoge aquella vieja impresión de cómo sentía que –pese a que no estábamos en una zona de guerra ni nada de eso- yo no podía hacerme cargo de la responsabilidad de llevar a todos aquellos muchachos, tan jóvenes con respecto a mí, a alguna acción no controlable que pudiera poner en peligro sus entonces tan cortas vidas…

En fin, es hora de levantarse. Tomaré un café, y luego he de salir afuera: debo comprar comida, una bombilla para la lámpara de la sala… y más café, para ver si así puedo despertarme del todo.

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