martes 25 de diciembre de 2007
 -OUT OF ORDER-
 -OUT OF ORDER-  “Es curioso como algunos momentos se graban en la mente,  mientras todo el resto del tiempo se va por un sumidero” o algo así, recuerdo  haberle oído un día a mi compañero de arriba de litera en la mili. Yo era para  entonces alférez de esa compañía, y no recuerdo mucho de aquél chico, si era  estudiado o no, a qué se dedicaba ni nada de eso, pero sí recuerdo que era de  esas personas de las que uno se acuerda después a lo largo de la vida, que se  ven con el paso del tiempo como sabios o mentes lúcidas apenas reconocidas  mientras el resto de gente, como él mismo decía en aquella frase, “se van por el  sumidero”…
 Lo recuerdo ahora, ahora que ando de vacaciones forzadas en un lugar de  la costa en temporada baja, absolutamente sólo –y es curioso, pienso, cómo para  estos lugares, la mayor parte del tiempo es “temporada baja”- sin saber muy bien  por qué, justo al despertarme repentinamente de una siesta, echado en la cama,  mientras afuera azota el viento (uno de cuyos golpes contra los mástiles de los  cercanos veleros, seguro, ha provocado mi violento despertar…). Tal vez la  situación es parecida, estoy aquí echado en la cama ahora como lo estaba  entonces, viendo cambiar la luz por entre las rendijas de la ventana, y ahora  mismo he puesto una canción en la radio. Sí, sinceramente, me pregunto si este  forzado retiro mío, ya con una edad, todos estos días plomizos que tanto se  parecen los unos a los otros,…, si habrá algún momento de entre ellos que se  grabe a fuego en la mente… o si más bien todo, como sospecho, se acabará yendo  también por el sumidero…
Lo recuerdo ahora, ahora que ando de vacaciones forzadas en un lugar de  la costa en temporada baja, absolutamente sólo –y es curioso, pienso, cómo para  estos lugares, la mayor parte del tiempo es “temporada baja”- sin saber muy bien  por qué, justo al despertarme repentinamente de una siesta, echado en la cama,  mientras afuera azota el viento (uno de cuyos golpes contra los mástiles de los  cercanos veleros, seguro, ha provocado mi violento despertar…). Tal vez la  situación es parecida, estoy aquí echado en la cama ahora como lo estaba  entonces, viendo cambiar la luz por entre las rendijas de la ventana, y ahora  mismo he puesto una canción en la radio. Sí, sinceramente, me pregunto si este  forzado retiro mío, ya con una edad, todos estos días plomizos que tanto se  parecen los unos a los otros,…, si habrá algún momento de entre ellos que se  grabe a fuego en la mente… o si más bien todo, como sospecho, se acabará yendo  también por el sumidero…
 La canción de la radio, que sonaba brillante pero algo melancólica, me  ha traído recuerdos también, de otras partes del pasado… Tal vez sea sólo la  neblina que le envuelve a uno a veces cuando se acaba de despertar, las  figuraciones que le hace creer reales... O tal vez los fantasmas del  remordimiento que, -como dijo el poeta- encarnados en alguien o en una  determinada visión, vienen a visitarnos algunas veces en la vida para  recordarnos lo que no hicimos en su momento, lo que pudimos hacer, aquello en lo  que nos equivocamos y no aprovechamos… y que a veces toman el rostro y el cuerpo  de un hombre (o una mujer). El recuerdo de ese lugar de mi pasado fue justo  anterior a la rememoranza de aquél compañero de mili (era cabo, ahora lo  recuerdo, y también que venía de Salamanca) que muy de vez en cuando –porque la  mayor parte del tiempo permanecía callado- soltaba una de aquellas frases  sorprendentes o estremecedoras (cuando te parabas a pensarlas)…
La canción de la radio, que sonaba brillante pero algo melancólica, me  ha traído recuerdos también, de otras partes del pasado… Tal vez sea sólo la  neblina que le envuelve a uno a veces cuando se acaba de despertar, las  figuraciones que le hace creer reales... O tal vez los fantasmas del  remordimiento que, -como dijo el poeta- encarnados en alguien o en una  determinada visión, vienen a visitarnos algunas veces en la vida para  recordarnos lo que no hicimos en su momento, lo que pudimos hacer, aquello en lo  que nos equivocamos y no aprovechamos… y que a veces toman el rostro y el cuerpo  de un hombre (o una mujer). El recuerdo de ese lugar de mi pasado fue justo  anterior a la rememoranza de aquél compañero de mili (era cabo, ahora lo  recuerdo, y también que venía de Salamanca) que muy de vez en cuando –porque la  mayor parte del tiempo permanecía callado- soltaba una de aquellas frases  sorprendentes o estremecedoras (cuando te parabas a pensarlas)…
 Dicen que una de las características físicas en que se manifiestan los  procesos de demencia, o de alucinaciones paranoides, son los del descuadre  estacional (o también del descuadre horario) por los cuáles uno viene a sentir  en determinadas ocasiones, que está en una estación del año ya largamente pasada  y dejada atrás, e incluso comienza a actuar y comportarse como si realmente el  reloj (de su cabeza, se entiende) anduviese aún por aquella lejana estación.  Pues bien, hace un rato, recién despertado o en las mencionadas nieblas entre el  despertarse y el sueño, me pareció creer que allá afuera, tras de las entornadas  contraventanas y cortinas de mi penumbrosa habitación, allá donde afuera soplaba  el viento de éste enclave turístico fuera de temporada, era en realidad el  tardío verano el que transcurría, en la casa que la familia de mi madre tenía en  un pueblecito del norte, donde año tras año mis padres y hermanos pasábamos unas  largas temporadas, que sin embargo hace ya mucho que quedaron atrás. Brillaba el  sol de la tarde como allí entonces, de vez en cuando –entre lluvia y lluvia  porque era un lugar muy húmedo- solía hacerlo, de una forma extrañamente intensa  y plena, de ese tipo de manera en que nuca en los lugares más tópicos y  concurridos del sur del país, siquiera, llega a hacerlo…
Dicen que una de las características físicas en que se manifiestan los  procesos de demencia, o de alucinaciones paranoides, son los del descuadre  estacional (o también del descuadre horario) por los cuáles uno viene a sentir  en determinadas ocasiones, que está en una estación del año ya largamente pasada  y dejada atrás, e incluso comienza a actuar y comportarse como si realmente el  reloj (de su cabeza, se entiende) anduviese aún por aquella lejana estación.  Pues bien, hace un rato, recién despertado o en las mencionadas nieblas entre el  despertarse y el sueño, me pareció creer que allá afuera, tras de las entornadas  contraventanas y cortinas de mi penumbrosa habitación, allá donde afuera soplaba  el viento de éste enclave turístico fuera de temporada, era en realidad el  tardío verano el que transcurría, en la casa que la familia de mi madre tenía en  un pueblecito del norte, donde año tras año mis padres y hermanos pasábamos unas  largas temporadas, que sin embargo hace ya mucho que quedaron atrás. Brillaba el  sol de la tarde como allí entonces, de vez en cuando –entre lluvia y lluvia  porque era un lugar muy húmedo- solía hacerlo, de una forma extrañamente intensa  y plena, de ese tipo de manera en que nuca en los lugares más tópicos y  concurridos del sur del país, siquiera, llega a hacerlo…
 Pero como he dicho, la figuración ha sido de un solo instante quizás.  Luego, he caído, tal vez haya sido esa antigua canción que sonaba en la radio,  justo quizás en el momento en que me despertaba y la encendí, la que me haya  retrotraído a aquella época, pues era de entonces también. A veces, se tiene la  impresión de que en determinados momentos, la radio emite extrañamente justo las  canciones indicadas para ti… Todo esto me hace recordar aquella anécdota sobre  el sueño que una vez me contaron: de cómo alguien, dormido en el salón de su  casa, estaba soñando, figurándose en la revolución francesa, subido a la  guillotina justo un instante antes de ser decapitado, y cómo justo entonces, un  cojín cayendo contra su cuello lo despertó…
Pero como he dicho, la figuración ha sido de un solo instante quizás.  Luego, he caído, tal vez haya sido esa antigua canción que sonaba en la radio,  justo quizás en el momento en que me despertaba y la encendí, la que me haya  retrotraído a aquella época, pues era de entonces también. A veces, se tiene la  impresión de que en determinados momentos, la radio emite extrañamente justo las  canciones indicadas para ti… Todo esto me hace recordar aquella anécdota sobre  el sueño que una vez me contaron: de cómo alguien, dormido en el salón de su  casa, estaba soñando, figurándose en la revolución francesa, subido a la  guillotina justo un instante antes de ser decapitado, y cómo justo entonces, un  cojín cayendo contra su cuello lo despertó…
 Pienso muchas veces en algunos momentos de la mili, de cómo yo, cuando  estaba a punto de licenciarme, debía hacerme cargo de una compañía de reclutas y  soldados más jóvenes (pues yo hacía milicias universitarias, y andaba ya por una  edad próxima a la de acabar la carrera). Y siempre me sobrecoge aquella vieja  impresión de cómo sentía que –pese a que no estábamos en una zona de guerra ni  nada de eso- yo no podía hacerme cargo de la responsabilidad de llevar a todos  aquellos muchachos, tan jóvenes con respecto a mí, a alguna acción no  controlable que pudiera poner en peligro sus entonces tan cortas  vidas…
Pienso muchas veces en algunos momentos de la mili, de cómo yo, cuando  estaba a punto de licenciarme, debía hacerme cargo de una compañía de reclutas y  soldados más jóvenes (pues yo hacía milicias universitarias, y andaba ya por una  edad próxima a la de acabar la carrera). Y siempre me sobrecoge aquella vieja  impresión de cómo sentía que –pese a que no estábamos en una zona de guerra ni  nada de eso- yo no podía hacerme cargo de la responsabilidad de llevar a todos  aquellos muchachos, tan jóvenes con respecto a mí, a alguna acción no  controlable que pudiera poner en peligro sus entonces tan cortas  vidas…
En fin, es hora de levantarse. Tomaré un café, y luego he de salir afuera: debo comprar comida, una bombilla para la lámpara de la sala… y más café, para ver si así puedo despertarme del todo. 
 
 Lo recuerdo ahora, ahora que ando de vacaciones forzadas en un lugar de  la costa en temporada baja, absolutamente sólo –y es curioso, pienso, cómo para  estos lugares, la mayor parte del tiempo es “temporada baja”- sin saber muy bien  por qué, justo al despertarme repentinamente de una siesta, echado en la cama,  mientras afuera azota el viento (uno de cuyos golpes contra los mástiles de los  cercanos veleros, seguro, ha provocado mi violento despertar…). Tal vez la  situación es parecida, estoy aquí echado en la cama ahora como lo estaba  entonces, viendo cambiar la luz por entre las rendijas de la ventana, y ahora  mismo he puesto una canción en la radio. Sí, sinceramente, me pregunto si este  forzado retiro mío, ya con una edad, todos estos días plomizos que tanto se  parecen los unos a los otros,…, si habrá algún momento de entre ellos que se  grabe a fuego en la mente… o si más bien todo, como sospecho, se acabará yendo  también por el sumidero…
Lo recuerdo ahora, ahora que ando de vacaciones forzadas en un lugar de  la costa en temporada baja, absolutamente sólo –y es curioso, pienso, cómo para  estos lugares, la mayor parte del tiempo es “temporada baja”- sin saber muy bien  por qué, justo al despertarme repentinamente de una siesta, echado en la cama,  mientras afuera azota el viento (uno de cuyos golpes contra los mástiles de los  cercanos veleros, seguro, ha provocado mi violento despertar…). Tal vez la  situación es parecida, estoy aquí echado en la cama ahora como lo estaba  entonces, viendo cambiar la luz por entre las rendijas de la ventana, y ahora  mismo he puesto una canción en la radio. Sí, sinceramente, me pregunto si este  forzado retiro mío, ya con una edad, todos estos días plomizos que tanto se  parecen los unos a los otros,…, si habrá algún momento de entre ellos que se  grabe a fuego en la mente… o si más bien todo, como sospecho, se acabará yendo  también por el sumidero… La canción de la radio, que sonaba brillante pero algo melancólica, me  ha traído recuerdos también, de otras partes del pasado… Tal vez sea sólo la  neblina que le envuelve a uno a veces cuando se acaba de despertar, las  figuraciones que le hace creer reales... O tal vez los fantasmas del  remordimiento que, -como dijo el poeta- encarnados en alguien o en una  determinada visión, vienen a visitarnos algunas veces en la vida para  recordarnos lo que no hicimos en su momento, lo que pudimos hacer, aquello en lo  que nos equivocamos y no aprovechamos… y que a veces toman el rostro y el cuerpo  de un hombre (o una mujer). El recuerdo de ese lugar de mi pasado fue justo  anterior a la rememoranza de aquél compañero de mili (era cabo, ahora lo  recuerdo, y también que venía de Salamanca) que muy de vez en cuando –porque la  mayor parte del tiempo permanecía callado- soltaba una de aquellas frases  sorprendentes o estremecedoras (cuando te parabas a pensarlas)…
La canción de la radio, que sonaba brillante pero algo melancólica, me  ha traído recuerdos también, de otras partes del pasado… Tal vez sea sólo la  neblina que le envuelve a uno a veces cuando se acaba de despertar, las  figuraciones que le hace creer reales... O tal vez los fantasmas del  remordimiento que, -como dijo el poeta- encarnados en alguien o en una  determinada visión, vienen a visitarnos algunas veces en la vida para  recordarnos lo que no hicimos en su momento, lo que pudimos hacer, aquello en lo  que nos equivocamos y no aprovechamos… y que a veces toman el rostro y el cuerpo  de un hombre (o una mujer). El recuerdo de ese lugar de mi pasado fue justo  anterior a la rememoranza de aquél compañero de mili (era cabo, ahora lo  recuerdo, y también que venía de Salamanca) que muy de vez en cuando –porque la  mayor parte del tiempo permanecía callado- soltaba una de aquellas frases  sorprendentes o estremecedoras (cuando te parabas a pensarlas)… Dicen que una de las características físicas en que se manifiestan los  procesos de demencia, o de alucinaciones paranoides, son los del descuadre  estacional (o también del descuadre horario) por los cuáles uno viene a sentir  en determinadas ocasiones, que está en una estación del año ya largamente pasada  y dejada atrás, e incluso comienza a actuar y comportarse como si realmente el  reloj (de su cabeza, se entiende) anduviese aún por aquella lejana estación.  Pues bien, hace un rato, recién despertado o en las mencionadas nieblas entre el  despertarse y el sueño, me pareció creer que allá afuera, tras de las entornadas  contraventanas y cortinas de mi penumbrosa habitación, allá donde afuera soplaba  el viento de éste enclave turístico fuera de temporada, era en realidad el  tardío verano el que transcurría, en la casa que la familia de mi madre tenía en  un pueblecito del norte, donde año tras año mis padres y hermanos pasábamos unas  largas temporadas, que sin embargo hace ya mucho que quedaron atrás. Brillaba el  sol de la tarde como allí entonces, de vez en cuando –entre lluvia y lluvia  porque era un lugar muy húmedo- solía hacerlo, de una forma extrañamente intensa  y plena, de ese tipo de manera en que nuca en los lugares más tópicos y  concurridos del sur del país, siquiera, llega a hacerlo…
Dicen que una de las características físicas en que se manifiestan los  procesos de demencia, o de alucinaciones paranoides, son los del descuadre  estacional (o también del descuadre horario) por los cuáles uno viene a sentir  en determinadas ocasiones, que está en una estación del año ya largamente pasada  y dejada atrás, e incluso comienza a actuar y comportarse como si realmente el  reloj (de su cabeza, se entiende) anduviese aún por aquella lejana estación.  Pues bien, hace un rato, recién despertado o en las mencionadas nieblas entre el  despertarse y el sueño, me pareció creer que allá afuera, tras de las entornadas  contraventanas y cortinas de mi penumbrosa habitación, allá donde afuera soplaba  el viento de éste enclave turístico fuera de temporada, era en realidad el  tardío verano el que transcurría, en la casa que la familia de mi madre tenía en  un pueblecito del norte, donde año tras año mis padres y hermanos pasábamos unas  largas temporadas, que sin embargo hace ya mucho que quedaron atrás. Brillaba el  sol de la tarde como allí entonces, de vez en cuando –entre lluvia y lluvia  porque era un lugar muy húmedo- solía hacerlo, de una forma extrañamente intensa  y plena, de ese tipo de manera en que nuca en los lugares más tópicos y  concurridos del sur del país, siquiera, llega a hacerlo… Pero como he dicho, la figuración ha sido de un solo instante quizás.  Luego, he caído, tal vez haya sido esa antigua canción que sonaba en la radio,  justo quizás en el momento en que me despertaba y la encendí, la que me haya  retrotraído a aquella época, pues era de entonces también. A veces, se tiene la  impresión de que en determinados momentos, la radio emite extrañamente justo las  canciones indicadas para ti… Todo esto me hace recordar aquella anécdota sobre  el sueño que una vez me contaron: de cómo alguien, dormido en el salón de su  casa, estaba soñando, figurándose en la revolución francesa, subido a la  guillotina justo un instante antes de ser decapitado, y cómo justo entonces, un  cojín cayendo contra su cuello lo despertó…
Pero como he dicho, la figuración ha sido de un solo instante quizás.  Luego, he caído, tal vez haya sido esa antigua canción que sonaba en la radio,  justo quizás en el momento en que me despertaba y la encendí, la que me haya  retrotraído a aquella época, pues era de entonces también. A veces, se tiene la  impresión de que en determinados momentos, la radio emite extrañamente justo las  canciones indicadas para ti… Todo esto me hace recordar aquella anécdota sobre  el sueño que una vez me contaron: de cómo alguien, dormido en el salón de su  casa, estaba soñando, figurándose en la revolución francesa, subido a la  guillotina justo un instante antes de ser decapitado, y cómo justo entonces, un  cojín cayendo contra su cuello lo despertó… Pienso muchas veces en algunos momentos de la mili, de cómo yo, cuando  estaba a punto de licenciarme, debía hacerme cargo de una compañía de reclutas y  soldados más jóvenes (pues yo hacía milicias universitarias, y andaba ya por una  edad próxima a la de acabar la carrera). Y siempre me sobrecoge aquella vieja  impresión de cómo sentía que –pese a que no estábamos en una zona de guerra ni  nada de eso- yo no podía hacerme cargo de la responsabilidad de llevar a todos  aquellos muchachos, tan jóvenes con respecto a mí, a alguna acción no  controlable que pudiera poner en peligro sus entonces tan cortas  vidas…
Pienso muchas veces en algunos momentos de la mili, de cómo yo, cuando  estaba a punto de licenciarme, debía hacerme cargo de una compañía de reclutas y  soldados más jóvenes (pues yo hacía milicias universitarias, y andaba ya por una  edad próxima a la de acabar la carrera). Y siempre me sobrecoge aquella vieja  impresión de cómo sentía que –pese a que no estábamos en una zona de guerra ni  nada de eso- yo no podía hacerme cargo de la responsabilidad de llevar a todos  aquellos muchachos, tan jóvenes con respecto a mí, a alguna acción no  controlable que pudiera poner en peligro sus entonces tan cortas  vidas…En fin, es hora de levantarse. Tomaré un café, y luego he de salir afuera: debo comprar comida, una bombilla para la lámpara de la sala… y más café, para ver si así puedo despertarme del todo.
 
  
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario