Cuando en enero de 2005 la sonda de la NASA Cassini pasó junto a Encélado, una de las lunas heladas de Saturno, las cámaras recogieron algo inusual y de enorme belleza. Del torturado y agrietado polo sur de este diminuto satélite, emergían grandes geysers - o plumas - de vapor de agua y partículas de hielo, a una velocidad de 1600 kilómetros por hora, y cuya altura superaban los 100 kilómetros de altura.
El vídeo de Scientific American que os muestro - con preciosas ilustraciones de Ron Miller - hace soñar con futuras expediciones de astronautas que pisen la nieve virgen de aquel lejano lugar, uno de los más asombrosos del sistema solar. Se podría decir que la Cassini fue a descubrir los misterios de Titán y encontró un lugar igual de fascinante desde el punto de vista astrobiológico. Si las plumas son parcialmente de vapor, eso significa que hay una fuente de calor bajo la superficie de hielo de la luna; calor y agua líquida, la combinación perfecta para la vida.
¡Quizás mis hijos vean al hombre llegar a aquellos mundos!
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