Gabriel Elorriaga es un hombre muy inteligente y de forma habitual prudente y moderado. Pero hasta el mejor escribano echa un borrón. El daño que están haciendo sus declaraciones al Financial Times no se puede medir. "Toda nuestra estrategia -ha declarado- está centrada en desalentar a los votantes socialistas. Sabemos que ellos nunca nos votarán. Pero si podemos sembrar suficientes dudas sobre la economía, la inmigración y las cuestiones nacionalistas, entonces quizá se queden en casa".
¡Qué torpeza! ¡Qué falta de sentido común! Salvo circunstancias excepcionales, desde posiciones democráticas no se puede fomentar la abstención. Hay naciones como Dinamarca, con su democracia sin tacha y de cristal, en que es obligatorio votar. El PP puede luchar y lo está haciendo con eficacia para que eventuales votantes del PSOE trasvasen su voto a los cestos populares. Pero las insólitas declaraciones que ha hecho el Secretario de Comunicación del PP no tienen pase. Desbaratan una parte de la campaña popular, albriciada por el error morrocotudo de Zapatero al revelar, si bien sin darse cuenta, que su estrategia consiste en la tensión, en la crispación, en dramatizar.
Mal, muy mal Elorriaga, y en el peor momento. El diario Público, que desde su punto de vista lo está haciendo periodísticamente muy bien, ha sacado el mayor partido a la torpeza del Secretario de Comunicación del PP con una portada contundente. No sé como Rajoy se va a zafar en los próximos días, y en el debate con Zapatero del lunes, de la metedura de pata de un hombre de sólito razonable y que ha rendido excelentes servicios a su partido.
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