CITA DEL DIA

lunes, 17 de noviembre de 2008

Te daré todo lo que me pidas

Cumbreando en Washington

JUAN MANUEL DE PRADA

Lunes, 17-11-08

ASEGURA la prensa francesa que Zapatero agradeció a Sarkozy la presencia en la Cumbre Refundadora del Capitalismo con una frase oferente -«Te daré todo lo que me pidas»- que, a la vista de los delirios napoleónicos del gabacho, me ha recordado el chiste de aquellos dos locos que estaban convencidísimos de ser Napoleón. El psiquiatra del manicomio, harto de probar infructuosamente las terapias más superferolíticas para sacarlos de su engaño, los encerró a ambos en una celda durante un mes, para que dirimieran entre sí tan disputada identidad. Transcurrido el mes, el psiquiatra abrió la puerta de la celda y pidió a los locos que se identificaran. Salió el primer loco, risueño e infatuadísimo, y proclamó: «Yo soy Napoleón»; y el segundo, no menos risueño aunque sonrojado por el pudor, susurró: «Y yo Josefina». A Zapatero, para convertirse en la Josefina de Sarkozy, ni siquiera le ha hecho falta probar su virilidad en un encierro tan estricto; ha bastado con que le cediera en usufructo -compartido- una silla en esta Cumbre Refundadora del Capitalismo, que es lo más parecido a un manicomio que uno puede echarse a la cara, ahora que los locos andan sueltos.
Pero ocurre, cuando los locos andan sueltos, que el mundo entero se convierte en un manicomio, contagiado de su locura. Y ahora tenemos a la «ciudadanía» engolosinada con la Cumbre Reformadora del Capitalismo, convencida de que los mismos locos que les han vaciado los bolsillos van a llenárselos como por arte de ensalmo, soltando discursitos que habrán redactado sus asesores, bajándose cualquier chorrada de internet que luego habrán colado como propia, a imitación de los redactores de informes de la Generalitat. Esta credulidad exige, desde luego, muchas tragaderas; pero ya se sabe que las tragaderas de la «ciudadanía» humillada dejan chiquitas las de Linda Lovelace en Garganta profunda. A mí la humillación de la «ciudadanía» que confía la solución de sus calamidades a quienes antes las causaron me recuerda aquel pasaje del Lazarillo, en el que el ciego socarrón, después de descalabrar al protagonista estampándole un jarro de vino, le cura las heridas de la cabeza lavándoselas también con vino, mientras se burla de él: «¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud». Sólo que a Lázaro aquellos donaires no hacían sino encabronarlo más; y a la «ciudadanía» humillada los discursitos pronunciados por los responsables de su infortunio la tienen arrobada y suspensa, como a los locos de un manicomio los tendrían arrobados y suspensos los arrumacos de Napoleón y Josefina.
Nuestra Josefina leyó un discursito en la Cumbre Reformadora del Capitalismo que le había pergeñado Caldera en su fábrica de ideas. Esto de juntar en una misma frase a Caldera y a las ideas nos recuerda aquella maligna pregunta de don Pío Baroja, a quien acababan de zurrarle en un periódico llamado El Pensamiento Navarro: «¿El pensamiento navarro? Si lo primero, ¿cómo lo segundo?». Pero el mundo convertido en manicomio no sabe lo que es un oxímoron; y mucho menos lo que es una idea. A las perogrulladas se les llama ahora ideas; y también a las merengosidades lugarcomunistas. Nuestra Josefina ha solicitado que se rebajen los «sueldos astronómicos» de los ejecutivos de los bancos de inversión; y también los «beneficios injustificados» de sus clientes. A esto se llama hacer un brindis al sol; pero a la «ciudadanía» humillada hay que señalarle un enemigo, para que desagüe contra él su resentimiento, evitando así que se revuelva contra quienes causaron su infortunio. A partir de ahora veremos a la «ciudadanía» haciéndose lenguas de la doctrina establecida en la Cumbre Refundadora del Capitalismo, mientras hace cola en la oficina del paro; y, si la cola del paro se hace muy larga, la «ciudadanía» puede entretener su resentimiento dando masculillo a uno de estos ejecutivos o clientes ladronazos, mientras nuestra Josefina encarga el discursito de la próxima Cumbre Refundadora del Capitalismo a la fábrica de ideas de Caldera, o a los tropecientos asesores de Moncloa, que son las once mil vírgenes de esta religión enloquecida llamada democracia. Once mil vírgenes que, como todo el mundo sabe, no cobran sueldos astronómicos, sino que hacen su trabajo -o sea, bajarse chorradas de internet que cuelan como ocurrencias propias- gratis et amore.


leido en:
http://www.abcdesevilla.es/20081117/...-20081117.html

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