III. LA MODELO. 1992
Rafael del Barco Carreras
Los extorsionados por el Juez Luis Pascual Estevill, Planasdemunt, Forcadell, Bertrand de Queralt, Bassols, Pujadas, los Esteve, etc. a quienes conocí, o a decenas que no, Marugán, Manuel Garí de Arana, Alfonso Escámez del Banco Central, hasta el cuñado del propio Rey, una gran escuela para mí. A Garí de Arana, le traté por la fusión de “mi” Caja Cooperativa, afectada por las decisiones de Escámez. Presidente del Comité Regional del Banco Central, burguesía de siempre, rancia, distante, clasista. Y aunque no te miraba como Lorente, el Director Regional, a través de grandes espejos detrás y delante de su mesa de despacho, si “por encima del hombro”. Que otro desclasado, Pascual Estevill, se atreviera con su “honradez” no quedaría impune. A mi entender ese enfrentamiento, y con el cuñado del Rey en uno de sus consejos de Administración, era suicida. Se pasó cuatro años amenazando y encarcelando hasta que pagaban, o en el propio juzgado, recogiendo el hijo Luis Pascual Franquesa las bolsas de dinero rompiendo el auto de prisión ante la víctima o familia, o a través de su red de abogados colaboradores. Y en el colmo del despotismo y la arbitrariedad se atrevió a encarcelar desde el 8 al 12 de septiembre de 1994 a un alto ejecutivo de la CAIXA, Luis García Reina, sin duda inocente, y que con Enrique Marugán Giró, apenas salido de prisión inició el principio del fin del juez. Me convencí que esa gente acabarían con él. Insisto en mi error, porque tardaron tanto, y acabar poco y mal, que Pascual aun escalaría el vértice del Poder de la Justicia Española y su Delegado en Cataluña, por unos meses, suficientes para dejar su huella y marcar territorio. Sembró su terror en los juzgados abriendo expedientes por cualquiera de los cientos de los muchos desastres que acumulaban. De entrada y de nuevo yo no conseguiría la libertad con fianza. Nunca sabré si mis “amigos” lo consiguieron por su total presencia en la Judicatura, pues el argumento de “varias causas”, tres e interconectadas, de modestísimo importe comparado con lo ya habitual entonces, se dio, se daba y se daría en TODOS LOS CASOS ECONÓMICOS en que se ha aplicado “fianza”. TODOS, ABSOLUTAMENTE TODOS, menos a mí en los 80, los 90, y si me anticipo dos años, hasta negárseme los simples permisos, y aun peor…ya llegaré. Y se daría una más de las muchas casualidades, si en Madrid en el 86 se dictó fianza, en Barcelona, nunca, jamás. Incluso, y anecdótico, posteriormente en las varias denuncias falsas se me concedió la libertad con cargos, tan flojas eran las argumentaciones y nulas las pruebas, que ni cárcel ni fianza, pero sí “empapelado”. Después vendrían las absoluciones, muchos años después, demostrando mi inocencia con pruebas irrefutables, alguna desaparecida del sumario, como el certificado de mi estancia en la Modelo cuando ocurrieron unos robos con fuerza, o la imposibilidad del relato de una denunciante a la que le robaría el bolso a la salida de un banco en Rubí, o mi insostenible presencia en un notario. Declarar inútilmente contra De la Rosa en el 80, y despedir del Caso Consorcio a Piqué Vidal y Pascual Estevill, no solo me retendría tres años preventivo sino que marcaría mi vida. Sin dudas sobre lo sucedido doce años antes, mis nuevos conocidos corroborarían los métodos aplicados conmigo, ampliados, y si cave convertidos en un negocio de alcance total en la Ciudad, y hasta nacional e internacional, como demostrará Marugan con denuncia en Nueva York, y sus investigaciones y denuncias en Suiza.
Otro caso, que si bien se escapaba del esquema “extorsión”, caía dentro de otra de las especialidades del Bufete Piqué Vidal, el blanqueo, ATHOS, una estafa con decenas de miles de millones de inversores, la mayoría en negro, involucrando a un abogado de IBERFORO, Fernando Pavía, ampliaba mis horizontes. No solo era la primera vez que oía sobre esa organización de 35 bufetes presididos por Piqué Vidal, sino que me enseñaban, a mí, diplomado bancario, y con diecisiete años de experiencia directa, y envuelto en dos estafas bancarias, conceptos tales como, bancarizar. El de blanquear por supuesto lo tenía claro en todas sus vertientes. Para aquellos especialitas no era lo mismo depositar unos millones en el Bufete Piqué Vidal y recibir una transferencia, talón o cheque a ingresar o cobrar en cualquier paraíso fiscal, bancarizar, que transformar un maletín o saco de dinero en una inversión fiscalmente legal, incluso transformando desde la insolvencia a la riqueza legal y por tanto fiscal a cualquier persona o sociedad. Las minutas, según importes y psicología depredadora. Pero el caso Athos, si a primera vista no encajaba en la extorsión, era una sutil variante, por cuanto que uno de los encarcelados después de mis conversaciones sospechó que abogado defensor y acusador, y hasta blanqueador, convergían en la presidencia de IBERFORO, Juan Piqué Vidal. La habilidad con que la red de profesionales envolvía convenciendo a sus victimas hasta su total saqueo no solo no se contempla en ningún libro de Criminología sino que no aparece ni en las muchísimas películas sobre corrupciones y menos en la novela negra. Y en Barcelona, y a mi vista, se daba una mecánica delictiva tan depurada que nadie, aun hoy en día, y sabiendo que fuera real, quiere creérselo. Abogado defensor, acusador, blanqueador, y hasta juez y fiscal, se unían en la misma persona, o la misma mesa, siempre a espaldas del defendido o acusado, con un solo objetivo, vaciarle los bolsillos, estrujarlo. Aun peor, jugar con él involucrándole en causas cobrando el servicio a quien libraran, que completando la rueda pudiera ser otra futura víctima. Juan Palomeras Vigas, el del Banco de Navarra por los 80, y blanqueador en el 2003, un incondicional admirador de su salvador Piqué Vidal, ya no se mostraba tan entusiasmado en el 2008 al nombrar a su benefactor. Quizá con los años el propio Javier de la Rosa pasara de beneficiario a víctima. El “lo sabe todo sobre mi padre”, o sea, sobre él mismo, marcaría el futuro del “financiero” y su especial abogado.
1992, mi compleja situación no se solucionaría entre mis descubrimientos, y ocurrírseme envestirlos con un libro complicaría más mi futuro. No solo no los derrotaría, se convertirían en más poderosos. El de Athos, a la pregunta de que si era posible la denuncia por parte de sus abogados blanqueadores para apropiarse de dinero en circulación, y contestarle que por dinero cualquier cosa, se arrugaba más. Le concedieron la fianza, y años después, tomando café en la calle Londres, me confirmaba las sospechas tras detener al declarado autor de la estafa, Carlos Nadales, en Sudamérica en el 94.
Se obligaba otro cambio interior para acercarme al meollo, y había una posibilidad. Cambiar del economato de la Cuarta, donde trabajaba como un esclavo, y además mezclándome con el río de dinero blanqueándose a través de una conexión del encargado del economato de la Segunda y Tercera con un bar cercano a la Modelo, todo revuelto con los “cartones dinero” de la droga. Se acabaría ganar unas 50 mil pesetas cada semana “legales” (el sueldo de un funcionario al mes) por diferencia de precio entre el coste del café y las 25 pesetas por unidad, unos 700 cafés a diario, pero ganando en total tranquilidad, y ¡a escribir sobre aquella barbaridad!. Los cartones habían complicado las fórmulas para disponer y circular el simple dinero, y la casera solución de entregar la familia en un bar frente a La Modelo y el preso recibir cartones en un economato elevaba el cerrado mundo carcelario al complejo del blanqueo. Yo lo utilizaba a la inversa. Un micromundo reflejando la operatividad de las grandes redes y sus paraísos fiscales. Muros y fronteras se traspasaban por un porcentaje. Además, como todo buen negocio marginal pero rentable, dentro y fuera de la cárcel, conectaba con la oficial “pagaduría”, el “peculio”, banco central local, único, y a través del preso ayudante se operaba canjeando dinero por cartones y viceversa. Mi traslado se me descubriría acertadísimo cuando al economatero de la Tercera al salir de su “negocio” le desnudaron encontrando su contabilidad en unos listados con nombres y cantidades. Se acabó aquel blanqueo y creció el del ayudante del “pagador”. Muchos años después supe que el funcionario de “peculio” alcanzó cargos directivos y lucía despacho en la Dirección General de la Generalitat.
Con el economato de la Séptima mataba dos pájaros de un tiro, como en el 82 me apartaba del meollo principal, y me metía en uno que me interesaba. Atrapar a Antonio de la Rosa para repetir el juicio del Caso Consorcio tenía lógica, derrotando a Javier y a los suyos, pero ninguno de los detenidos alcanzó la importancia de la proposición. Sus problemas se centraban en tan solo el Juez, y poco contra Piqué Vidal. Ni siquiera involucraban al todopoderoso Pujol, que elevaría al juez Pascual, y no para quitárselo de encima, como diría después la misma Prensa que le convirtiera en una bendición para Barcelona, sino abarcar más poder, y además Madrid. En mis abstracciones, una revisión de condena, que imaginaba resultaría de un juicio al huido, entre Cadaqués y Barcelona, Antonio de la Rosa, las otras dos causas pendientes pudieran dar un vuelco pues en definitiva se creaban por la primera. Nunca lo comenté con mis abogados de los que ya me fiaba poco o nada.
En cualquier país del Mundo aquella mafia se habría derrumbado, pero Barcelona no es cualquier País, y menos con las Olimpíadas, flotando en dinero la ciudad. Serra en la cúspide de su gloria, ¡nada menos Vicepresidente de la Nación, con el mando y dirección del CESID, servicios secretos, su juguete preferido!, y aunque Javier de la Rosa se desmoronaba, sus muchos beneficiados se aprestaban para que el derrumbe no les alcanzara. Un derrumbe controlado. Y yo enmerdando, mi inconciencia no tiene límites. El mismo mes de Enero de mi entrada en prisión no valoré la repercusión que la primera Guerra del Golfo, liberando Kuwait de Saddam Hussein, tendría en Javier de la Rosa. Con o sin la reconquista su fin de prepotente ciudadano barcelonés se había iniciado, pero la resurrección del Emirato implicaba pasar cuentas por los miles de millones evaporados, y de ahí surgirían sus principales problemas jurídicos, repercutiendo en docenas de sus cómplices.
La ventanilla del economato en el patio de la sexta, geriatría, no tenía ni rejas ni cristales antibala. Un patio bucólico comparado con el de la Cuarta donde cada día al negarme a más de veinte o treinta cafés de regalo, después de los 700 habituales, oiría lo de mi puta m… y que me encontrarían por el Centro cuando iban a comunicar, a la enfermería central o a la capilla, y me matarían. O las histéricas amenazas de un energúmeno enano, célebre por sus actuaciones porno en el Bagdad, que al canjearle los cartones falsos de una compra anterior por los buenos de una nueva sin entregarle la mercancía las repitió durante días hasta que desaparecí. Superados los abruptos pero no el abrumador trabajo, o la presión para que no me colaran una tableta de chocolate con el contenido hachís. Por suerte para mí, el del economato de la Séptima, además de no cuadrar, tomaba más de lo que su subterráneo negocio rentaba, y le sustituí. Un tipejo tan disparatado que solo se le había ocurrido en la vida obligar a las prostitutas de un local de masajes de su madre a firmar pólizas de vida a su favor. Mató a tres y encima pretendió cobrar las pólizas. Y una advertencia, en el absurdo modelo español el tipejo en el 2008 de estas memorias se hallará en libertad. He de advertir pues, que si mis recuerdos de los 80 he comprobado casi desvanecidos en los protagonistas, los del 92, son de rabiosa actualidad, máxime por los sumarios aun pendientes, por ejemplo el de la Delegación de Hacienda de Barcelona, con hechos anteriores a los 90, por lo que me impongo algo de prudencia. Y he de insistir, si los delitos, o supuestos delitos, sumando BILLONES de pesetas, fotografían la total inmersión de la Ciudad y sus instituciones en la Corrupción. La materialización en sumarios de una mínima parte, muestra no ya la corrupción de su Judicatura y colaterales, sino la complacencia ciudadana, con muchas víctimas aceptando lo que en una sociedad “normal” quizá les hubiera resultado peor. Y una advertencia, si en nuestro Sistema el asesino del economato anda suelto, nada ha cambiado en el control de ese Sistema para que historias como la de Pujol, De la Rosa, Piqué Vidal y Pascual Estevill no se repitan. La Crisis y los años evidenciarán mi verdad de Perogrullo. Un axioma de la Teoría Bancaria, si un cajero descubre al azar un fallo en los mecanismos de control acabará robándole al Banco, y lo válido para un simple cajero vale para cualquiera en la jerarquía.
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