El alcalde logra disuadir a unos jóvenes que estaban agrediendo a tres policías
28.07.2008 -
JOSÉ ALFONSO PÉREZ
La historia es como sigue. En pleno recinto ferial de Portmán, el sábado de madrugada, dos grupos de jóvenes comienzan a pelearse entre la muchedumbre. Rápidamente, el alcalde de La Unión, Francisco Bernabé, que se encontraba bailando en la verbena con su mujer y varios de sus concejales en el equipo de gobierno, avisa a los tres agentes de policía local destacados en el lugar para que intervengan. Los policías así lo hacen y detienen a uno de los causantes del tumulto. En ese momento, aprovechando que los agentes están en el suelo o agachados reduciendo al muchacho, sus amigos se abalanzan sobre ellos y comienzan a darles patadas y puñetazos. En la trifulca se vieron implicados medio centenar de personas.
Ni corto ni perezoso, el alcalde se mete por en medio, implora calma a gritos, zarandea a varios jóvenes y el episodio violento se acaba rápidamente. Como él mismo reconoció más tarde, su corpulencia, con 1,90 de altura y más de 120 kilos, pudo intimidar a los agitadores: «La gente sabe de mi envergadura y de mi vehemencia para liquidar estas situaciones tan desagradables».
leer+:
http://www.laverdad.es/murcia/prensa/20080728/comarcas/union-bernabe-pacificador-20080728.html
La historia es como sigue. En pleno recinto ferial de Portmán, el sábado de madrugada, dos grupos de jóvenes comienzan a pelearse entre la muchedumbre. Rápidamente, el alcalde de La Unión, Francisco Bernabé, que se encontraba bailando en la verbena con su mujer y varios de sus concejales en el equipo de gobierno, avisa a los tres agentes de policía local destacados en el lugar para que intervengan. Los policías así lo hacen y detienen a uno de los causantes del tumulto. En ese momento, aprovechando que los agentes están en el suelo o agachados reduciendo al muchacho, sus amigos se abalanzan sobre ellos y comienzan a darles patadas y puñetazos. En la trifulca se vieron implicados medio centenar de personas.
Ni corto ni perezoso, el alcalde se mete por en medio, implora calma a gritos, zarandea a varios jóvenes y el episodio violento se acaba rápidamente. Como él mismo reconoció más tarde, su corpulencia, con 1,90 de altura y más de 120 kilos, pudo intimidar a los agitadores: «La gente sabe de mi envergadura y de mi vehemencia para liquidar estas situaciones tan desagradables».
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