Cien días de vino amargo y rosas con espinas o de cómo ZP se pudre en la indolencia
@Federico Quevedo - 22/07/2008El inefable Pepiño Blanco dijo ayer una cosa con la que, por primera vez en mi vida, estoy absolutamente de acuerdo: que, en estos primeros cien días de la Legislatura, el Gobierno ha hecho lo que se esperaba de él. Es verdad. Yo esperaba que este Gobierno no hiciera absolutamente nada y, en efecto, ha satisfecho con creces mis expectativas. El nivel de indolencia de Rodríguez raya lo obsceno. No sé si los ciudadanos podemos pedirle cuentas dado que le pagamos un sueldo que, para lo que hace, resulta exagerado, pero debería poder articularse un mecanismo de exigencia de responsabilidades más allá de las urnas cada cuatro años. Sobre todo cuando un presidente dilapida del modo en que lo hace éste el caudal de confianza que los ciudadanos han puesto en él. Y eso en sólo cien días. En cuatro años, todos calvos. Luego, Pepiño dijo eso de que espera que Rajoy deje de ser Rajoy. Al margen de lo penoso que resulta escuchar a este personaje que haría las delicias de Milos Forman en Alguien voló sobre el nido del cuco, no deja de ser curioso que por toda exaltación de los primeros cien días de Gobierno el PSOE se dedique a atizarle al PP: debe ser que, en el fondo, no tienen nada que celebrar.
Les recomiendo un documento que ha elaborado el Grupo Parlamentario Popular bajo la dirección de Soraya Sáenz de Santamaría. No tiene desperdicio. Básicamente, pone de manifiesto como en estos cien días el Gobierno ha conseguido sumir al país en una triple crisis económica, social y política para la que solo ofrece inacción, mirar para otro lado y acumular problemas. En cien días, el crecimiento económico ha pasado, en tasa intertrimestral, del 0,3 al cero, la inflación ha llegado al 5,1% y la confianza de los españoles en la economía se ha reducido a menos del 52%. Para las familias, la crisis supone un encarecimiento de las hipotecas con el euribor al 5,4% y la subida de la cesta de la compra es espectacular. En cien días hay casi 90.000 parados más, un 9,9% de tasa de paro, 45.000 empleos destruidos, más de 10.000 jóvenes se han quedado en paro... Crecen la temporalidad y la precariedad y se reduce el número de contratos indefinidos firmados (15.000 menos). No se ha avanzado nada en la igualdad; la lacra de la violencia de género continúa cobrándose decenas de víctimas: 18 en sólo 100 días. Las mujeres siguen teniendo más dificultades para acceder al mercado laboral (6.516 paradas más) y para conciliar la vida familiar y laboral (incumplimiento de la promesa de crear nuevas plazas de educación infantil). En cien días, el drama de la inmigración sigue aumentado y llena nuestra costas de cadáveres, incluso de bebés.
En cien días, se ha puesto de manifiesto el grave deterioro institucional en nuestro país, con la convocatoria de un referéndum ilegal por parte del lehendakari Ibarretxe y con la salida a la luz de nuevos casos de corrupción, (el más grave, el de Estepona). En cien días se ha hecho evidente la mala gestión por parte del Gobierno socialista, con ejemplos como el colapso en la Justicia, la crisis del Playa de Bakio, la crisis del aceite de girasol o los problemas de agua que motivaron la aprobación de un trasvase del Ebro con sólo 15 días de vigencia. En cien días, hemos vivido un continuo deterioro de la convivencia entre españoles. La conflictividad laboral se ha disparado con las huelgas, la delincuencia se incrementa y hasta el español se ve discriminado por una política radcal nacionalista que impone el monolingüismo con el consentimiento de un Gobierno que sigue negándose a cumplir y hacer cumplir la Constitución y garantizar, no sólo los derechos fundamentales de los españoles, sino la propia libertad de éstos. ¿Y cuál ha sido la respuesta del Gobierno? Pues bien, parece que Rodríguez sólo se ha ocupado de llenar la administración de altos cargos –más de cuatrocientos- y de oponer a los problemas de los españoles –paro, crisis, vivienda, inmigración- sus propias obsesiones con una nueva ética socialista como referente moral de la sociedad: aborto, eutanasia y laicidad. Cultura de muerte como toda alternativa a la triple crisis social.
Porque al margen de empeñarse en negar la crisis hasta el punto de que, como señalaba ayer el diputado de CiU Pere Macías, ha tardado estos cien días en reconocerla –parece que es lo único positivo que se puede señalar-, no ha aportado ninguna solución razonable para hacer frente a la situación económica que amenaza con una recesión, más allá de echarle la culpa de todo lo que pasa al Partido Popular. No es extraño que los sondeos de opinión empiecen a reflejar un importante deterioro de la imagen del presidente y un empate técnico entre ambos partidos. Lo de menos, si me apuran –porque las encuestas son sólo eso, encuestas-, es el escenario electoral: lo importante es que la gente ha dejado de confiar en Rodríguez, y eso en tan solo cien días de Gobierno, que tiene bemoles. Como toda alternativa a este deterioro de su imagen Rodríguez quiere presentarse como un hombre pactista y busca un acuerdo con Rajoy, pero se puede dar la circunstancia de que, al contrario de lo que ocurría en la pasada Legislatura, el que salga beneficiado del pretendido acercamiento –pura fachada por parte de Rodríguez, que sigue obsesionado con su proyecto totalitario sin el PP- sea Rajoy en lugar de Rodríguez. Mañana tendremos motivos para la reflexión, pero ya les auguro que de los buenos deseos que exprese el presidente en la rueda de prensa, podremos quedarnos con una décima parte, y eso siendo exageradamente generosos. El que nace malo, es malo siempre. Y Rodríguez es malo e indolente. Pero listo como el solo.
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