Ni Ferrari, ni rojo
Fueron las palabras de la concejal independiente Inmaculada García en el Pleno de marzo en San Javier, unos tres meses después de pasar a la oposición tras la ruptura del pacto con el PSOE, lo que dejó a éste gobernando en minoría. El símil del Ferrari viene a cuento porque los socialistas acusaron a los independientes de aplicar cambios municipales demasiado rápido. De forma inexplicable, porque no es que no haya habido velocidad, es que apenas hay cambio. No puede borrar sin embargo la edil su breve matrimonio con la izquierda, que lo tuvo, si es que hay izquierda en San Javier, por mucho que lo repudie o lave la historia con lejía. Todo el mundo tiene un pasado y, si lo siente tanto, tendrá que llevarlo a cuestas como una cruz. A la vista pública, pues se cogió de la mano públicamente con los ‘rojos’ (como ella dice) para auparse al poder. Puede que en sagrada confesión, o en purificante baño en el Mar Muerto, logre atenuar su dolorosa mancha. Si no, podría probar con unas lavativas.
Debe ser terrible en la vida darte cuenta de que has hecho una cosa cuando querías hacer la contraria. Algo que no le pasa a las personas coherentes, todo hay que decirlo. Debe ser pesado como un remordimiento haber pactado con la izquierda cuando lo que querías era haberte aliado a la derecha. Sobre todo cuando el propio presidente Valcárcel en persona les ofreció la Alcaldía en bandeja de plata, sobre la alfombra de San Esteban, según dicen. Debió ser duro por entonces dar calabazas al jefazo de los populares para subirse a un utilitario rojo sin manual de instrucciones ni convicción. Pero, ¿Por qué ese sacrificio? Algún día, digo yo, nos lo explicarán a los vecinos de San Javier. Sobre todo ahora que hay concejales en el Grupo Independiente que se sacuden con el cilicio del arrepentimiento por haberle dado un día la mano a los socialistas. Esos ‘rojos’.
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