La  afirmación de los sociólogos catalanes es una novedad únicamente en cuanto a  afirmación pública. En privado, es imposible hallar a nadie sensato que discrepe  de lo que, en efecto, es una evidencia. Si los sociólogos consiguen superar el  doble lenguaje imperante en la sociedad catalana – “somos los mejores, pero nos  muestran o nos obligan a ser los peores” – se habrá dado un enorme paso  adelante. 
Desde  el éxito de los Juegos Olímpicos de hace 16 años, Cataluña ha perdido infinitad  de batallas. El pretendido Forum de las Culturas, del 2004, presupuestado en  50.000 millones de pesetas fue el reverso de la medalla.
Fue concebido desde el delirio de grandeza por el entonces alcalde socialista Joan Clos y con una arrogancia sin límites: “En Barcelona hay más actividad cultural que en París”, había llegado a decir Clos antes de su celebración.
Fue un fracaso tan espectacular que ni tan siquiera se celebró su primer aniversario. Pero tampoco hubo autocríticas. La única consecuencia fue nombrar a Clos ministro de Industria, debido a que con el fracaso del forum – nunca admitido en público – de presentarse a la reelección como alcalde hubiese sido derrotado. Ahora es embajador en Turquía.
 
El prestigio que Maragall logró con los Juegos Olímpicos ha desaparecido con el fracaso en vías de concreción de su nuevo Estatuto de Autonomía. Una vez más, todos los políticos reconocieron en privado que Maragall había tensado demasiado y muy mal la cuerda. Pero ha sido necesario esperar a que sean los sociólogos catalanes quienes hayan expuesto en público un balance ajustado a la realidad.
Pujol y el nacionalismo creciente, dos de las causas
Otro gran fracaso de los últimos años ha sido Jordi Pujol. En vez de optar por un distanciamiento de la política partidista, prefirió el nepotismo, al intentar imponer la candidatura de su hijo Oriol a la Presidencia de la Generalidad. Asimismo publicó un primer libro de sus memorias, notorio por su superficialidad y por las omisiones descaradas. Eso sí, fue presentado por la editorial, en gran parte propiedad suya o de su familia, como la obra del “político catalán más importante del siglo XX”.
  
Sin  embargo, uno de los elementos más graves del mal que detectan los sociólogos es  el incremento del radicalismo en Cataluña. Sobre este punto no hay comparación  posible con la situación en el resto de España. CDC pasó del nacionalismo al  “soberanismo”, es decir del nacionalismo de base cultural al de base estatista.  ERC ha evolucionado hacia extravagancias sin ningún sentido, como el castrismo,  el maoísmo y el comunismo puro, amén del encuentro de Carod con ETA. Algunas  manifestaciones del diputado Joan  Tardà son insólitas en Europa, como afirmar en pleno parlamento “Viva el  Comandante en Jefe” (Castro). 
La  Televisión de la Generalidad (TV3) ha entrado en un proceso de radicalización  también sin parangón, lo cual la ha llevado a una continua pérdida de audiencia  y de dinero. El pasado mes superó, por quinta vez consecutiva, sus propios  records negativos, con una audiencia de menos del doce por ciento. De ser la  primera de Cataluña ha caído al tercer o cuarto lugar. Su contenido informativo  es mucho más comparable a la desaparecida televisión soviética que a TVE. Un  dirigente del PSC manifestó que TV3 está en manos de un “soviet” (sic) que no  pueden controlar. Su admiración por Hugo  Chávez es continua y patente. 
En Cataluña, la creatividad cultural está bajo mínimos, así como el consumo de productos culturales. Repetidamente la Sociedad General de Autores ha detectado aumentos en muchas comunidades y estancamiento en Cataluña. Mejor prueba, imposible. Asimismo, hay que destacar el papel negativo – orientador, controlador y dirigista – de las subvenciones de la Consejería de Cultura de la Generalidad es admitido por todos, en privado. Incluso por quienes después pueden ser sus beneficiarios. Según informó el Financial Times, bajo Pujol la Generalidad llegó a subvencionar una película en catalán con una cantidad que resultó ser equivalente a más de 15.000 pesetas por espectador efectivo.
  
Finalmente, cabe recordar que el último informe PISA situó a Cataluña – que en pasado a menudo fue adalid en pedagogía – en la penúltima comunidad autónoma española (después de Andalucía) en cuanto a la calidad de su enseñanza. El hecho prácticamente no causó reacción. Habrá que ver qué sucede respecta al duro, pero realista, dictamen de los sociólogos catalanes..

 
 
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