Misterios insondables en el país de las maravillas de ZP
@Federico Quevedo
30.08.2008
Querido Z:
Son estas mis últimas líneas estivales. Las vacaciones han llegado a su fin y esta epístola la escribo ya de nuevo en Madrid, a donde llegué el pasado miércoles después de un viaje razonablemente largo desde las costas gallegas. Los regresos de vacaciones siempre me hacen caer en la cuenta de uno de esos misterios insondables de la humanidad: ¿por qué lo mismo que cabía a la ida no cabe a la vuelta en el mismo espacio? Es como si todo engordara o las maletas disminuyeran su capacidad de carga. Supongo que la respuesta formará parte de una de esas leyes de Murphy o principios de Peter tan poco científicos, pero tan reales como la vida misma. A veces, hay cosas que no tienen explicación por la vía del conocimiento y, simplemente, son así.
Decía la semana pasada que no podía dejar de escribirte acerca de algunos temas, como las elecciones gallegas. Pues bien, Touriño es de esas cosas -en este caso, personas- que no tienen explicación alguna, simplemente son así. Los socialistas gallegos se han pasado todo el verano dando la murga con el adelanto de elecciones. Es más, en los días previos al que el presidente gallego iba anunciar su decisión, se dedicaron a filtrar a todo medio de comunicación viviente que se iban a adelantar e, incluso, ofrecían fechas en la última semana de octubre o en la primera de noviembre. Pues bien, nada de nada -res de res, que diría un valenciano-: Touriño ha dejado a un lado las razones que sus propios compañeros ponían sobre la mesa y que aconsejaban adelantar las elecciones, y ha preferido mantener el calendario previsto.
¿Por qué? Obviamente, él no ha dado explicación alguna a una decisión que responde a lo ordinario -lo extraordinario sería adelantarlas-, pero es posible que haya una razón de fondo y que tenga que ver con una velada -o no tan velada- amenaza del BNG de apoyar al PP en la investidura si Touriño adelantaba los comicios. Y las encuestas, pese a ser favorables a los socialistas, no lo son lo suficiente como para desbancar al PP como primera fuerza política.
Ese es otro misterio insondable ¿Cómo es posible que alguien que no ha hecho nada en su vida acabe consiguiendo llegar a donde ha llegado? La respuesta, si es que la hay, dice bastante poco de nuestra débil democracia y de la calidad de la misma. Pero ese es motivo de otra disquisición. Lo cierto es que, al final, no tengo más remedio que volver al comienzo de estas misivas entre nosotros, es decir, a la crisis económica. Ha pasado el mes de agosto que, si no hubiese sido por la tragedia de Barajas, hubiese transcurrido como todos los demás meses de agosto, es decir, con un conflicto bélico en el exterior -Georgia- y un culebrón cargado de morbo en el interior -el de Jesús Neira-, aderezado esta vez con la salsa de las medallas que conseguimos en Pekín y las que pudieron ser y no fueron. Pero lo de Barajas empañó de tristeza el natural suceder de los acontecimientos.
Esa es, querido José Luis, mi espina del verano clavada en el corazón de un gallego de sangre -no toda, pero sí una parte- que pagó una inexplicable novatada. Y ahora, de vuelta, querido Presidente, nos enfrentamos a lo peor de la crisis, al invierno más duro, que promete convertirse en el peor de nuestra reciente historia. La breve tregua que nos ha dado la inflación no debe ser un árbol que nos impida ver el bosque. Dicen los expertos que el petróleo volverá a dispararse y como tenemos una deficiencia estructural en nuestro sistema de precios que nos hace seguir sufriendo un Índice de Precios un punto o punto medio por encima de la media europea, no conseguimos salir del bache inflacionario.
Pero eso, te digo, no es lo peor. Falta por llegar la fase más dura de la crisis financiera. Mucho se ha dicho sobre que en España no existían las hipotecas subprime... Pues nos vamos a enterar de si existían o no en los próximos meses, cuando unas cuantas entidades financieras que han estado concediendo créditos muy por encima de las posibilidades de sus destinatarios, incluyendo en los mismos la hipoteca, la compra del coche, el viaje al Caribe, etcétera, se vean afectadas por elevados índices de morosidad y, en algunos casos, se vean abocadas a la quiebra. En fin, no quiero alarmarte, pero que sepas que lo que viene tiene visos de convertirse en una ‘tormenta perfecta’ por la conjunción de factores que hacen de esta crisis una de las más especiales y más profundas de las últimas décadas. Pero siempre habrá un lugar para seguirnos escribiendo.
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