CITA DEL DIA

viernes, 18 de abril de 2008

NOTAS DE MADRID

La ira de Valencia y Murcia

El agua es inteligente. El agua tiene memoria.

El bioquímico francés Jacques Benveniste lanzó en los años noventa la sugerente teoría de que las moléculas del agua son capaces de transportar información, la vibración de todas las rocas que ha atravesado, la fuerza de todos los ríos que ha recorrido. El agua es rara. El agua es el único líquido que al congelarse pierde peso (densidad, corrige un amable lector).

Si la dejamos fluir libremente en un plano inclinado, por liso que sea, seguirá un curso serpenteante, con un enigmático trazo en espiral.

No consta que Benveniste haya conseguido demostrar su tesis de manera irrefutable, pero es de una gran fluidez literaria. Filosóficamente nos transporta a la teoría Gaia, de James Lovelock, según la cual la Tierra se asemeja a un organismo vivo.

Y vemos estos días que el agua también tiene memoria política.La decisión de abastecer la región metropolitana de Barcelona con agua sobrante de los regadíos del Ebro, ha puesto en pie de guerra a los gobiernos regionales de Valencia y Murcia, a la vez que ha activado las eternas suspicacias de Aragón. No debiera extrañar a nadie, puesto que las movilizaciones de hace cinco y seis años contra el trasvase del Ebro tuvieron una fuerte repercusión emocional. El agua quizás tenga memoria, pero lo que es seguro es que las 'guerras por el agua' quedan fuertemente impresas en la memoria de las personas.

La política regional en Valencia y Murcia ha girado estos últimos años sobre el eje del agua. En ambas comunidades, el Partido Popular ha explotado con notable habilidad el sentimiento de víctima (habilidad copiada de los nacionalistas a los que tanto critica), obteniendo unos notables resultados electorales.

La cicatería de los catalanes y la alianza del PSOE con los catalanistas habría cerrado el grifo del Ebro, en detrimento de sus expectativas económicas. Así como muchos catalanes se sienten maltratados e incomprendidos por el resto de España, valencianos y murcianos han elaborado un sentimiento inverso: los catalanes, que siempre han sido ricos, no quieren que sus vecinos del sur progresen. Esa es la perversa dialéctica de los últimos años.
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http://www.lavanguardia.es/lv24h/20080418/53455923648.html

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