Por Adam Morrow y Khaled Moussa al-Omrani
EL CAIRO, dic (IPS) - El reciente despliegue en el mar Rojo de fuerzas navales ajenas a la región para reprimir a corsarios somalíes constituye una amenaza aun mayor a la de los modernos piratas, según expertos.
"La presencia intensificada de armadas  extranjeras, con el supuesto objetivo de proteger  las rutas navieras internacionales de la  piratería, plantean un peligro para la seguridad  nacional árabe", dijo a IPS el brigadier general  retirado egipcio Gamal Mazloum.
    En los últimos meses se sucedieron numerosos  incidentes de piratería marítima, en particular  en y alrededor del golfo de Adén, en aguas de  Somalia. Solo este año, más de 80 buques fueron  atacados por corsarios en esa área, según la Oficina Marítima Internacional.
    El 15 de este mes, el buque petrolero saudita  Sirius Star, cargado con crudo por un valor  aproximado a los 100 millones de dólares, fue  secuestrado por piratas somalíes en aguas de Kenia.
    La nave, que con sus 330 metros de largo es  la de mayor porte jamás capturada en el mar,  todavía está en manos de los piratas, que  demandan un abultado rescate para liberarla.
    Apenas tres días después, una fragata india  destruyó el "buque madre" pirata en el golfo de  Adén, luego de un fuerte intercambio de disparos,  según reportó la armada en Nueva Delhi. Informes  posteriores indican que se trataba de un barco tailandés secuestrado.
    El día 25, un barco yemení cargado con acero  fue secuestrado en el golfo de Adén.
    Varios gobiernos ajenos a la región  respondieron desplegando buques militares allí.  Estados Unidos, India, Rusia, Sudáfrica y la  Organización del Tratado del Atlántico Norte  (OTAN) ya enviaron los suyos con el objetivo  declarado de proteger el comercio marítimo.
    A mediados de noviembre, la Unión Europea  (UE) lanzó la primera misión naval conjunta de su  historia --Operación Atalanta-- con el mandato de  combatir la piratería en aguas somalíes. La  operación, que incluyó fragatas, aviones y  helicópteros de patrullaje, tendrá un periodo de  despliegue inicial de 12 meses.
    Incluso antes del reciente resurgimiento de  la piratería, las fuerzas navales extranjeras  tuvieron una presencia significativa en el área.  Por más de una década, la Quinta Flota de la  armada de Estados Unidos, basada en Bahrain, ha  patrullado las aguas del golfo Pérsico o Arábigo  y las del mar Rojo, y también las de los alrededores.
    Además, en los últimos años una fuerza naval  occidental multinacional cuyo objetivo era  brindar seguridad marítima --la "Fuerza de Tareas  Combinadas 150"-- sentó sus bases en el cercano Yibuti.
    Egipto está especialmente preocupado por el  efecto potencial de la piratería sobre su propio  canal de Suez, que une al mar Rojo con el Mediterráneo.
    Las tarifas aplicadas al tránsito por esa  vital hidrovía, que representa aproximadamente  7,5 por ciento del tráfico marítimo global anual,  es una de las principales fuentes de divisas extranjeras de Egipto.
    Dado el recrudecimiento de la piratería,  varias de las principales compañías navieras ya  cambiaron rutas de carga para apartar sus buques  del canal de Suez, desviándolos al sudafricano Cabo de Buena Esperanza.
     "Egipto podría ser perjudicado por la  piratería más que cualquier otro país. Las  tarifas de tránsito por el canal --que ya siente  los efectos de la crisis financiera mundial--  podría verse severamente impactada si persiste el  problema", dijo a IPS Aymen Abdelaziz Salaama,  profesor de derecho internacional en la Universidad de El Cairo.
    Con el objetivo declarado de establecer una  estrategia común contra la piratería,  representantes de varios estados del mar Rojo se  reunieron el día 20 en El Cairo.
    Co-organizada por Egipto y Yemen, a la  conferencia también asistieron funcionarios de  Arabia Saudita, Sudán, Jordania, Somalia, Eritrea y Yibuti.
    En una declaración conjunta, los  participantes culparon del preocupante fenómeno a  la crisis política en Somalia, donde un impopular  gobierno central respaldado por Estados Unidos  combate a la insurgencia islamista, luego de un  decenio sin un estado central en funcionamiento.
     "La piratería en aguas somalíes es una de las  consecuencias del deterioro de la situación  política, humanitaria y de seguridad en Somalia", reza la declaración.
    El texto reclama que los estados árabes de la  región acometan operaciones navales conjuntas  contra la piratería, y creen un centro de control  de la piratería radicado en Yemen.
    Aunque los participantes en la conferencia  dieron la bienvenida al apoyo naval de las  naciones extranjeras, enfatizaron en la  importancia de la soberanía nacional de los estados en la región.
    Analistas independientes coinciden en que las  caóticas circunstancias políticas de Somalia  constituyen una de las principales causas de la piratería.
     "La piratería es un síntoma de la crisis  real, que es la desintegración de Somalia desde  1991", dijo Salaama. "La solución no es recibir a  las armadas extranjeras para que combatan la  piratería, sino ponerle fin a la histórica guerra civil en ese país", agregó.
    Pero la conferencia aportó poco en materia de  soluciones concretas al problema, según expertos.
     "Durante más de una década, Egipto y Arabia  Saudita realizaron ejercicios navales conjuntos  de seguridad con la aspiración de proteger el mar  Rojo. Pero nunca crearon una fuerza naval  conjunta viable para combatir la piratería", enfatizó Mazloum.
    Mientras, algunos gobernantes de la región  manifestaron temores de que el mayor despliegue  de fuerzas navales extranjeras en el área  represente, en sí mismo, una potencial amenaza a la soberanía regional.
     "La presencia militar multinacional intensiva  en el sur del mar Rojo es preocupante", dijo el  día 10 a la prensa el canciller yemenita Abu Bakr al-Kurbi.
    También advirtió que esta presencia podría  implicar una amenaza para la "seguridad nacional  árabe" y conducir a la "internacionalización" del mar Rojo.
    Según Mazloum, a la advertencia del ministro  yemenita no le falta justificación. La  posibilidad, dijo, es que la piratería sea  explotada por "elementos extranjeros" con el  objetivo de "internacionalizar la región del mar  Rojo" en beneficio de Estados Unidos e Israel.
     "En los años 80, Israel propuso establecer  una presencia naval en el mar Rojo, pero la idea  fue rápidamente rechazada por los árabes y no ha  sido discutida desde entonces", explicó Mazloum.
     "Pero con este nuevo brote de piratería,  algunos analistas sospechan que Israel insistirá  en enviar fuerzas navales al área con el pretexto  de proteger a las embarcaciones comerciales", agregó.
    Mazloum continuó cuestionando la aparente  incapacidad de las existentes flotillas navales  extranjeras para desbaratar la rampante piratería en la región.
     "Las fuerzas navales que ya están en el área  --la Quinta Flota de Estados Unidos, la OTAN, la  Fuerza 150-- fueron incapaces de frenar la  piratería. Luego de los últimos despliegues,  incluso, los incidentes aumentaron. Esto debería plantear preguntas", sostuvo.
     Salaama se preguntó por qué los estados del  mar Rojo no pueden brindar una seguridad marítima adecuada.
     "En la guerra árabe-israelí de 1973, Egipto,  Arabia Saudita, Yemen y Somalia unieron fuerzas  exitosamente para cerrar el estrecho de Mandeb  (entre el Cuerno de África y la península  arábiga) a la armada israelí, mientras mantenían  la navegación en el mar Rojo. Así que ¿por qué no  pueden cerrar el área a los piratas somalíes?", se preguntó. (FIN/2008)
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