«Difícil era la casa de campo que no contaba con una aceña de sangre»
- ¿Porqué ha elegido el título de Titanes del agua para su libro?
- El libro en sí es un homenaje histórico a todas las personas que han trabajado en este pueblo, y aún continúan haciéndolo para obtener uno de los elementos más preciados en todas las culturas y en toda la humanidad para poder vivir: el agua.
- ¿Cómo han conservado los vecinos de San Javier el agua?
- Han utilizado multitud de sistemas y de los más variopintos, desde pequeños surcos que realizaban en las orillas de las fincas para ir recogiendo y conduciendo a un lugar determinado el agua de lluvia, hasta los pozos artesianos, las aceñas, tinajas, los aguadores que repartían a domicilio.
- ¿Qué tal le ha ido la vida a los aguadores de San Javier?
- Era algo muy curioso, y un buen negocio, pues tenga en cuenta que ésta era zona de veraneo y en esa época si había negocio más boyante era precisamente el del aguador. Ellos recogían y almacenaban el agua a lo largo del año en grandes aljibes y aprovechaban precisamente estas fechas para aumentar la venta, aunque lógicamente mantenían abastecido al pueblo durante todo el año.
- ¿Y seguro que agua buena?
- ¿Que quiere que le diga a usted! Aquello no era agua, aquello era horchata de lo rica y fresca que estaba.
- ¿Y las aceñas?
- Difícil era la casa de campo que no contaba con una aceña de sangre, es decir, arrastrada por un animal que girando sobre sí misma sacaba el agua a flor de tierra; yo he contabilizado en este último siglo unas veinte ceñas, y algunas muy famosas como las de Pepe el Fino, o el Tío Papablandas, la del Tío Isidoro Zapata o la aceña de Pepe el Trueno. Todas funcionaban a la perfección.
- Bueno, los pozos artesianos también daban bastante de sí
- Por supuesto, en mi libro llego a relatar un total de cuarenta y cinco pozos artesianos, todos ellos eran muy importantes para poder sacar los melones adelante y los pimientos en verano. Sin agua no hay vida, y eso lo tenían muy claro los agricultores; habían pozos muy importantes como el de Las Tejeras, o el del Bigotes, del Retiro, de la Casa Grande, de los Huérfanos, todos tenían su nombre según el apodo del propietario o el nombre del lugar donde se encontraban
- ¿Había que tirar mucho bajo tierra para sacar el agua?
- Depende de las zonas en las que se buscara, pero lo más normal era entre cuarenta y cincuenta metros de profundidad.
- Mire, yo no estoy muy al corriente de esos follones que si hay que hacer desalanizadoras, que si matamos esas matas del Mar Menor que llaman posidonias,.. lo que sí leo en su libro algo muy curioso con el agua dulce y el agua salada.
leer+:
http://www.laverdad.es/murcia/prensa/20080812/region/agua-como-horchata-rica-20080812.html
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