jueves 4 de diciembre de 2008
Félix Población
Iñaki Errazkin, de ANV, es alcalde de Azpeitia desde el año pasado, a pesar de haber quedado dos votos por detrás del candidato del PNV en las pasadas elecciones municipales. La colaboración de Eusko Alkartasuna, Aralar y Ezquerra Batua hizo posible la gobernación del municipio por parte de representantes de esos partidos. Ayer, después del asesinato del empresario Ignacio Uría, EA se apresuró a romper ese pacto al no condenar el atentado ANV. No se sabe hasta ahora qué harán EB y Aralar, como si una y otra formación tuvieran que pensárselo.
Aparte de la burda excusa de atacar la construcción del Tren de Alta Velocidad en el País Vasco, en cuyo objetivo concurre la empresa del señor Uría, lo que ETA ha pretendido con este atentado es demostrar tres cosas. La primera, una supuesta capacidad de reacción ante las últimas e importantes detenciones de varios de sus cabecillas. En segundo lugar, apercibir y atemorizar al empresariado vasco por si se hubiera olvidado de que la banda, con algunos de sus miembros durmiendo al descampado, necesita fondos revolucionarios para su sustento. La tercera, que en ETA manda ahora alias Gurbitz, sucesor de Txeroki, al que al parecer se le identifica por su estrategia del asesinato selectivo, disparo en la nuca y coche bomba.
La gallardía del procedimiento quedó ayer demostrada en la víctima elegida, un septuagenario que les venía muy a tiro por sus habituales costumbres. Ignacio Uría era por la inerme rutina de su vida cotidiana, privado de escolta y especiales prevenciones, toda una tentación para el chivatazo y la ulterior y temeraria ejecución en pro de una Euskadi libre e independiente.
Cuenta el diario El Mundo hoy que los compañeros de partida de Uría, que esperaban al empresario para jugar al tute, no la interrumpieron después del asesinato. El ambiente que se respiraba en la cafetería oscilaba según el periódico entre la resignación y el sordo resentimiento. De la barra llegó un comentario atrevido que resume la intrahistoria de no pocos municipios vascos: Estas cosas joden porque no sólo destrozan una vida y una familia, sino la convivencia de todo un pueblo, porque aquí nos conocemos todos y no va a haber dios que se fíe de nadie.
Lo primero que hizo el alcalde Errazquin al llegar hace poco más de un año a su puesto fue recordar a los presos y huidos de ETA que habían nacido en la localidad. Probablemente uno de ellos haya disparado las balas que ayer han contribuido a mantener e incentivar esa convivencia destrozada y esa desconfianza mutua entre quienes debería compartir los afanes de una vida en común libre y sin recelos, en paz y tolerancia.
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