JUAN ANTONIO MEGÍAS
El de hoy no es un cuento; o, tal vez, sí lo sea. Lo escribió Gilbert K. Chesterton en 1922 al comienzo de uno de los relatos, 'El pozo sin fondo', que integran el libro titulado 'El hombre que sabía demasiado'. Sea por la razón que fuere, tal vez porque en esos relatos los malos no lo son del todo y los buenos, tampoco, lo cierto es que 'El hombre que sabía demasiado' es uno de mis libros preferidos, como también lo fue de Jorge Luis Borges, quien lo incluyó en la 'Antología de Literatura Fantástica' que, junto con Adolfo Bioy Casares y la esposa de éste, Silvina Ocampo, publicó en 1940. En 'El pozo sin fondo' ('The bottomless well'), el extraño inquisidor Horne Fisher muestra su desazón por lo que sabe: ¿El lado sórdido de las cosas, los motivos secretos, los móviles corrompidos, el soborno y el chantaje al que llaman política? Pero vayamos al cuento tal y como lo escribió Chesterton.
VERSIÓN CLÁSICA: Ese cuento del agujero en el suelo, que baja quién sabe hasta dónde, siempre me ha fascinado. Ahora es una leyenda musulmana; pero no me asombraría que fuera anterior a Mahoma. Trata del sultán Aladino; no el de la lámpara, por supuesto, pero también relacionado con genios o con gigantes. Dicen que ordenó a los gigantes que le erigieran una especie de pagoda, que subiera y subiera hasta sobrepasar las estrellas. Algo como la Torre de Babel. Pero los arquitectos de la Torre de Babel eran gente doméstica y modesta, como ratones, comparada con Aladino.
LEER EL ARTICULO COMPLETO:
http://www.laopiniondemurcia.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario