J. L. L. MADRID.
Salvo un gran descalabro electoral, la intención de Mariano Rajoy ha sido durante estos dos últimos años -en los que ha reforzado día a día su liderazgo- mantenerse en la Presidencia del Partido Popular ganase o perdiese los comicios. Aunque un cierto cuestionamiento del actual líder va a estar presente hasta la celebración del aplazado XVI Congreso del partido, la poco discutida unidad del centro-derecha en torno a su figura y la gestión que le llevó a conservar intactas hasta el último momento las posibilidades de victoria en las elecciones del 9-M son dos avales importantes con los que cuenta Rajoy para seguir al frente del PP.
Alejados Rato, Gallardón, Aguirre y Mayor Oreja del Congreso, no parece que existan grandes bazas en el nuevo Grupo Popular para hacer efectiva la sucesión de Rajoy en esta legislatura.
Disponer de escaño es cuestión imprescindible para optar al liderazgo del partido, habida cuenta de la mala experiencia que representó Antonio Hernández Mancha durante su etapa en la Presidencia de Alianza Popular.
La estructura de Aznar.
Así las cosas, lo que parece claro es que Mariano Rajoy tiene a partir de hoy las manos libres para renovar equipos en el PP, algo que no pudo hacer en la pasada legislatura, cuando heredó la estructura que trabajaba con José María Aznar.
Poco dado a los cambios drásticos, Rajoy debe decidir de inmediato cuáles son los nombres de las personas que quiere que le acompañen en esta nueva singladura. Por lo visto en los meses anteriores al 9-M, tres son los dirigentes mejor colocados para asumir importantes responsabilidades dentro de lo que será el nuevo PP: el primero, el portavoz del Grupo Popular en el Senado y director de la campaña electoral del partido, Pío García-Escudero; el segundo, el fichaje estrella para los comicios y ex presidente de Endesa, Manuel Pizarro; y, el tercero, el coordinador del programa, Juan Costa. Pese a la derrota electoral y su importante papel en la estrategia de la campaña, parece claro que los tres son valores en alza dentro del equipo de Rajoy.
El papel de Acebes y Zaplana
El presidente del PP ya anunció durante la precampaña que García-Escudero está llamado a ocupar puestos relevantes en el futuro. No tiene enemigos dentro del partido y nadie cuestiona su valía política. También Pizarro tiene buena acogida entre dirigentes y bases populares y ha llegado al partido para «sudar la camiseta», como él mismo reconoció tras su desembarcó en la sede de la calle Génova. Por último, Rajoy tiene plena confianza en Costa, un político del equipo de Rato que el líder de la oposición recuperó tras tres años de trabajo en la empresa privada.
Quizá la incógnita más importante que tiene que despejar Rajoy es el papel que tendrán el secretario general, Ángel Acebes, y el portavoz del grupo parlamentario en el Congreso, Eduardo Zaplana, ambos ligados por la percepción ciudadana a la gestión de los atentados del 11-M. Aunque su presencia en la primera línea política ha sido reiteradamente cuestionada por diversas familias del partido -recuérdense las palabras de Piqué en las que pedía «caras nuevas» en la imagen de Génova y el Congreso-, Rajoy mantiene la confianza en Acebes y Zaplana.
El presidente del PP valora la fidelidad y el incansable trabajo de su «número dos» en la sede de la calle Génova, fundamental para mantener la unidad del centro-derecha en una legislatura tan complicada como la anterior. También ha sido importante para el partido la labor de Zaplana al frente del grupo parlamentario, sobre todo si se tiene en cuenta que la principal estrategia del PSOE y sus socios fue arrinconar a los populares con la intención de que la sociedad les identificara con la extrema-derecha. El Grupo Popular no sólo rompió el llamado «cordón sanitario» en el último tramo de la legislatura, sino que su táctica hizo que la estabilidad parlamentaria del PSOE se viese contra la cuerdas. Es más, los socialistas tuvieron que recurrir a tránsfugas para salvar importantes iniciativas.
La crisis de Gallardón y Aguirre
La segunda y fundamental incógnita será clarificar el papel en el nuevo PP de Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre, que tantos quebraderos de cabeza han dado a Rajoy en estos últimos cuatro años. El presidente popular no quiere -ni puede- prescindir de ellos, dado que, con sus mayorías absolutas en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, son dos dirigentes indiscutibles que aportan muchos votos al partido.
Lejos de zanjar la crisis tras la exclusión del alcalde de la candidatura por Madrid al Congreso -y a la espera de lo que decida Gallardón sobre su futuro político-, la cuestión debe quedar vista para sentencia de inmediato.
Dudas aparte, lo cierto es que Rajoy tiene a su disposición un amplio banquillo, que mezcla savia nueva y experiencia. Por un lado cuenta con dirigentes que le siguieron fielmente por los distintos departamentos ministeriales por los que pasó en la etapa del Partido Popular en el Gobierno, como Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Pastor y Jorge Fernández Díaz.
Además, dispone de la «vieja guardia» del partido que se mantiene en primera línea -como Federico Trillo o Miguel Ángel Cortes- o ha sido recuperada para estas elecciones -como Cristóbal Montoro o Luisa Fernanda Rudi-. Rajoy también valora el trabajo de los secretarios de la Ejecutiva, en especial Ignacio Astarloa, Gabriel Elorriaga y Miguel Arias Cañete, y barones territoriales con cotización al alza, como Francisco Camps o Alberto Núñez Feijóo.
Leido en :
http://www.abc.es/20080310/nacional-politica/lider-tiene-manos-libres_200803100308.html
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