CITA DEL DIA

lunes, 17 de marzo de 2008

La semana política/ El juego vacacional de las quinielas

Fernando Jáuregui


Es un juego muy propio para unas vacaciones como las que van a comenzar, o han comenzado ya, muchos españoles. Las quinielas políticas, digo. Advierto de entrada que todas las especulaciones, rumores, listas de ministros entrantes, de salientes y de cambiantes que estos días estamos casi todos publicando tienen el valor que tienen: escaso, dado que el único que elabora la quiniela del pleno medita ahora en Doñana sobre a quién castigar con la separación del cargo, a quién premiar con la incorporación a lo que antes se llamaba la poltrona, qué cambios introducir para los nuevos tiempos que se avecinan, cuáles presiones hay que considerar y cuáles pueden ser desestimadas...

Dicen que lo más difícil en la labor de un presidente del Gobierno consiste en formar un equipo de ministros. Hacer una crisis ministerial es algo que provoca días de pasión -como los que presumiblemente vive en esta semana santa el por otro lado triunfante Zapatero- en cualquier primer ministro. Yo pienso que a Zapatero, que ha demostrado ser tan frío como José María Aznar, no ha de temblarle el pulso tanto como a Felipe González o a Adolfo Suárez a la hora de decir adiós a algún colaborador. Ni se va a amilanar en el momento de incorporar a un amigo al que piensa que debe mucho o de potenciar a alguna ministra, por ejemplo, casada con algún asesor personal que actúa en la sombra. No tiene más pactos pendientes ni más facturas que pagar que los que le exijan o le pasen algunos "barones" que piensan que han contribuido especialmente al triunfo socialista en las elecciones del 9 de marzo. Y, aun a estos, ya veremos si les guarda todo el reconocimiento que ellos creen que merecen o exigen.

Así que los comentaristas o los lectores de las entrañas de la oca sabemos mucho menos que las dunas de Doñana acerca de quiénes van a ser los ministros que administren nuestros intereses. Hombre, las dudas sobre los dos vicepresidentes se han despejado, pero no así la incógnita de si habrá, o no, una tercera vicepresidencia, y tampoco sobre las funciones que corresponderán a cada una de ellas. Y está claro que hay cañerías que recitan reparación, bien sea porque el titular de alguna cartera ha dejado que desear en cuanto a su competencia o en cuanto a su talante. O porque, ya digo, vienen tiempos nuevos, espero que de mayor consenso, y hay que abandonar las actitudes guerreras de antaño para acoger las más amables de hogaño.

Zapatero puede tener ahora tentaciones diversas, una de ellas la de hacer un mero cambio cosmético, no atacar de raíz algunas de las malfunciones de su anterior (actual) gabinete. O puede estar, al fin y al cabo triunfador él, albergando justamente la meditación contraria, es decir, cambiar radicalmente casi todo, borrar de un plumazo lo adquirido para entrar a pescar, él que es pescador, en ríos nuevos y desconocidos. En el medio estará, sin duda, la virtud. En mis cuentas particulares me sale que sobran cinco de los actuales ministros, faltan tres o cuatro y son imprescindibles al menos otros cuatro que ya están y a alguno de los cuales parece, sin embargo, estar bailándole el cargo.

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