Curri Valenzuela
OPINIÓN
OPINIÓN
Hillary Clinton propuso hace unos días a su oponente demócrata Barack Obama que ambos dejaran de discutir si es mejor que el presidente de los Estados Unidos sea negro o mujer y en ese país se ha montado un auténtico escándalo por la supuesta inoportunidad de semejantes declaraciones. En Francia, todavía no se ha escuchado a ningún adversario político del presidente de la República dirigir a Sarkozy una crítica personal por su ventilado affaire con Carla Bruni.
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En España, sin embargo, estamos tan acostumbrados al encallanamiento de la vida pública que nos tomamos como una simple muestra del nerviosismo que cunde en las filas del Partido Socialista el hecho de que la vicepresidenta del Gobierno califique de ‘indecente’ a Manuel Pizarro por haber aceptado la oferta de Mariano Rajoy de acudir a las próximas elecciones generales como su número dos. Y, encima, no que lo haga como candidata que también lo es ella, sino como portavoz del Gobierno al dar cuenta de lo acordado por el Consejo de Ministros de este viernes.
Las descalificaciones personales dirigidas a Pizarro en la última semana dan ya como para llenar un álbum de recortes de prensa. Lo más destacado por insólito: la frase memorable de José Blanco calificándole de ‘tiburón que sale de la madriguera’, muestra inequívoca de que el número dos del PSOE escribe su ‘blog’ diario con mucho apresuramiento y bastante desconocimiento de la zoología.
Lo más inusual: el que De la Vega use un micrófono de La Moncloa para sus ataques partidistas. Lo más repetido: acusar al número dos del PP de haber ganado muchísimo dinero cuando se marchó de Endesa. En conjunto, una lluvia de insultos digna de incluirse en el libro Guinness de los Récords incluso en un país tan crispado políticamente como este.
Pizarro, por supuesto, calla. Como ya le llamaron de todo en la operación que el Gobierno Zapatero orquestó para echarle de la presidencia de la eléctrica en la OPA que sirvió de acompañamiento al Estatuto catalán, seguro que está curado de espanto y dispuesto a dedicar el poco tiempo que queda para la cita electoral a explicar sus propuestas en lugar de replicar a tanto insulto.
Sabe, como cualquiera, que las descalificaciones no van dirigidas tanto a él como a animar a votantes de la izquierda más radical a rebelarse contra la presencia en política de un hombre que no va de pobre, sino de solucionador de la economía de los demás. Y eso sí que resulta indecente: insultar a alguien para conseguir un voto.
Las descalificaciones personales dirigidas a Pizarro en la última semana dan ya como para llenar un álbum de recortes de prensa. Lo más destacado por insólito: la frase memorable de José Blanco calificándole de ‘tiburón que sale de la madriguera’, muestra inequívoca de que el número dos del PSOE escribe su ‘blog’ diario con mucho apresuramiento y bastante desconocimiento de la zoología.
Lo más inusual: el que De la Vega use un micrófono de La Moncloa para sus ataques partidistas. Lo más repetido: acusar al número dos del PP de haber ganado muchísimo dinero cuando se marchó de Endesa. En conjunto, una lluvia de insultos digna de incluirse en el libro Guinness de los Récords incluso en un país tan crispado políticamente como este.
Pizarro, por supuesto, calla. Como ya le llamaron de todo en la operación que el Gobierno Zapatero orquestó para echarle de la presidencia de la eléctrica en la OPA que sirvió de acompañamiento al Estatuto catalán, seguro que está curado de espanto y dispuesto a dedicar el poco tiempo que queda para la cita electoral a explicar sus propuestas en lugar de replicar a tanto insulto.
Sabe, como cualquiera, que las descalificaciones no van dirigidas tanto a él como a animar a votantes de la izquierda más radical a rebelarse contra la presencia en política de un hombre que no va de pobre, sino de solucionador de la economía de los demás. Y eso sí que resulta indecente: insultar a alguien para conseguir un voto.
http://www.elfarodemurcia.info/noticia.asp?ref=91910
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