23.03.08 @ 13:17:53. Archivado en Actualidad
Manuel Molares do Val
Tras la Generalidad de Cataluña, el Gobierno gallego se propone multar a las tiendas que no rotulen en el idioma autonómico, pero ya veremos qué harán cuando los chinos exijan derechos de idioma autóctono para el mandarín.
Observe usted la mutación de los locales comerciales cuyos dueños españoles los van abandonando en todo el país: se convierten enseguida en tiendas chinas abiertas día y noche.
Ya hay barrios chinos y tiendas desperdigadas por toda España que venden lo que se necesita: cerveza, bombillas, fabada, bocadillos de mortadela, y budas y vírgenes del Pilar fosforescentes para la tele.
Los locales que servían tradicionalmente al vecindario, como los ultramarinos, las fruterías o las pescaderías, están pasando a manos de chinos, como a principios del siglo XX el pequeño comercio de Argentina o Cuba fue de emigrantes españoles.
Como aquellos, los empleados duermen bajo los mostradores, y en la trastienda viven los dueños, los abuelos, los tíos y los hijos.
La mayoría desconoce el español, pero las autoridades autonómicas quieren que se expresen en catalán o gallego, cuando ni siquiera necesitan hablar: al estilo asiático, se sientan y esperan a que el cliente compre. Muchas veces no necesitan ni decir adiós.
Y aquí estamos con rotulaciones en idiomas autóctonos sin imaginar que llegará el día en el que los chinos exigirán, con igual razón que los nacionalistas, que se reconozca el mandarían como lengua con arraigo.
Y hasta aparecerá algún chino que pedirá la integración de su tienda como territorio de la R.P. China para garantizar que depende de un país que tiende a la unidad, no a la separación.
Mientras, habrá que ir viendo qué ocurre con el árabe, cuando por presión demográfica y política impongan su estudio con más razones divinas que las de cualquier independentista periférico.
Leido en:http://blogs.periodistadigital.com/cronicasbarbaras.php/2008/03/23/title-2809
No hay comentarios:
Publicar un comentario