Maria Pellicer-24.03.08
Ahuyentan a las aves que vuelan cerca del aeropuerto de San Javier.
Evitan que los aviones aterricen y despeguen.
Los animales están al cuidado de Fernando Brizuela y Javier Gallardo, dos jóvenes sevillanos expertos en cetrería que trabajan en el aeropuerto de Murcia-San Javier desde hace 12 años.
«Las aves son mi pasión desde que era un niño. El amor por los halcones me lo inculcó mi padre, Jesús Brizuela, que fue alumno de Félix Rodríguez de la Fuente», explica Fernando.
Por la proximidad del aeródromo con el mar, muchas gaviotas merodean por los alrededores. «Es peligroso y por eso existen los halcones. Nosotros nos encargamos de prepararlos y cuidarlos. Cada uno vuela una vez al día. Los más jóvenes lo hacen unos tres cuartos de hora y los más viejos, durante diez minutos», cuenta Fernando Brizuela.
A los halcones se les asigna un nombre que llevan en el número de anilla. El más veterano se denomina FilaxA los halcones se les asigna un nombre que llevan en el número de anilla, si bien, en el entorno del trabajo diario, sus entrenadores les llaman de otra manera.El halcón más veterano se llama Filax (año 1999) y el más joven, Zeus (2006).
Emisores y receptores
Para el control del vuelo y la zona del halcón se utiliza un emisor colocado en una de las patas del halcón y un receptor fijo en el vehículo del halconero.
Estos animales pueden vivir hasta 25 años, pero son eficaces hasta que cumplen 15 años. «A los dos meses ya los comenzamos a volar, pero alcanzan la mayor eficacia cuando cumplen un año», explica el halconero.
Los cuidadores también llevan cuidado para que los animales no cacen mientras están en pleno vuelo. «El objetivo principal es disuadir a otras aves y evitar que aniden en las zonas del aeropuerto, no que coman. Algún día muy esporádico puede que cacen algo, pero procuramos que no lo hagan porque si se acostumbran pueden escaparse. Por eso, cuando vuelven de sobrevolar la zona los pesamos».
Los dos halconeros que trabajan en San Javier llegaron al aeropuerto porque el piloto de un avión Boeing 737 no pudo esquivar una gaviota y ésta, al meterse dentro del mecanismo, rompió el motor. «Un motor de este tipo cuesta hasta 700 millones de las antiguas pesetas. Por eso vinimos.
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