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El consejero murciano asegura que la medida de la Generalitat de llevar agua en barcos a Barcelona demuestra la "improvisación e ineficacia" del Gobierno socialista
Recuerda que el PHN derogado incluía la ampliación del minitrasvase de Tarragona y un ramal del trasvase del Ebro hacia el norte
El consejero de Agricultura y Agua, Antonio Cerdá, preguntó hoy al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, “si llevar agua en barcos es la nueva cultura del agua que prometió tras derogar el trasvase del Ebro”, en referencia a las medidas que plantea la Generalitat de Cataluña para abastecer el área metropolitana de Barcelona.
El responsable de Agua del Gobierno regional criticó en este sentido la “improvisación e ineficacia” del Gobierno socialista en política de agua, y señaló que “la actitud de la Generalitat es el reflejo de los nacionalismos más fanáticos sobre los que gobierna el PSOE”.
Esta actuación de urgencia que estudia la Consejería de Medio Ambiente catalana para paliar la sequía del área metropolitana de la Ciudad Condal, demuestra, a juicio del consejero, “la prepotencia de no reconocer el error que cometieron al derogar el trasvase del Ebro del Plan Hidrológico Nacional”, que incluía, continuó, “la ampliación urgente del minitrasvase a Tarragona con agua del Ebro y adicionalmente, un ramal hacia el norte para abastecer el área metropolitana de Barcelona con 190 hectómetros cúbicos”.
“Después de haber derogado el trasvase a Cataluña, Valencia, Murcia y Almería, ahora estudian llevar agua en barco a Barcelona para solucionar una situación extrema a la que no se tenía que haber llegado”, apostilló Cerdá, con lo que se demuestra, dijo, “la improvisación y falta de rigor con que se ha afrontado este problema durante la legislatura socialista”. No obstante, el consejero murciano “trasladó un mensaje de apoyo y solidaridad a los ciudadanos de Barcelona”, porque, “los murcianos sabemos lo que supone estar pendientes del grifo”.
Fábrica de agua al ralentí
Otra de las opciones estudiadas es la de llevar agua del Ródano (Francia) y de la desaladora de Carboneras (Almería). En este sentido, explicó, “se pone de manifiesto que la desalación es un complemento puntual que no puede proporcionar suministros suficiente ni en cantidad ni en calidad para la agricultura y plantea enormes problemas para los usuarios, como ocurre en Carboneras, una fábrica de agua al ralentí”, que en estos momentos, funciona por debajo del 20 por ciento de su capacidad, como ha publicado esta semana el diario La Vanguardia.
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