Rafael del Barco Carreras
Barcelona 15-05-2012. Cuando en el Caso Urdangarín señalo el "ambiente barcelonés" como creador del deportista sin demasiadas luces, me refiero en concreto a artículos como el del capítulo 4 de "Barcelona, 30 años de corrurcion". Quiero creer que Urdangarín ni de lejos intuía, ni nadie le informaría, sobre las cloacas de su refinada Barcelona.
Y en cuanto al pujolismo, incluso con Piqué Vidal en la penumbra, el pasado de nuevo se vuelve presente:
Cataluña
Vicent Sanchis releva a Prenafeta al frente de la Fundació Catalunya Oberta
Interioridades | La Voz de Barcelona
www.vozbcn.com/.../interioridades-tarragona-fernandez-ballesteros/
hace 1 día – Vicent Sanchis releva a Prenafeta en la Fundació Catalunya Oberta · Vicent Sanchis releva a Prenafeta al frente de la Fundació Catalunya ...- Carles Gasòliba sustituye a Narcís Serra en la presidencia del CIDOB
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Fundaciones... cargos... subvenciones... 
TERCERA PARTE
Luis Pascual Estevill 
Juan Piqué Vidal 
Jordi Pujol 
1995-2005
Cap. 4 Equipo acusadores Pascual Estevill. Ideal y Dry Gin. El Ensanche. Droga. Fiscalía Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo. El fiscal del caso Mariano Rubio, ficha para el Bufete Cuatrecases.
Me sorprendió que aquel joven, 
abogado en ejercicio, que comía por el año 78 en el Canari de la Garriga, frente 
al Ritz, con despacho próximo, Jaime Martínez Marí, iniciara el ataque contra 
Pascual Estevill. Una alegría, le hice del grupito, escribía para El Noticiero, 
se reía a placer con las ocurrencias de Tito Parés, y se interesaba no solo por 
sus chanzadas. Después se añadieron los abogados Alberto Sala Reixach, Xavier 
Arraut, Maite Vila, Jorge Linati, y los Vives de Hinojosa, a pesar de 
colaboradores y acusados, afianzando el ataque, más la labor de zapa de las 
instituciones vilipendiadas. Una batería de gran calibre.
Completarían las tres primeras 
denuncias admitidas por el TSJC con varias archivadas. Se iniciaba el tejer y 
destejer, la corrupción ideológica y práctica, desde el “no tengo estanterías” 
de la Jueza Remei Bona a los recursos, pura trampa, como el juego de comisiones 
rogatorias a Suiza sabiendo de antemano que no se contestarían, o el ir y venir 
de competencias entre Madrid y Barcelona. El bien y el mal jugarían poco papel 
durante los próximos diez años. Un largo trabajo de vaciado, de contención y 
cansancio contra los denunciantes. La filigrana de escrito contra escrito, el 
terrible juego de palabras e ingenio, donde tu peor enemigo, camuflado en el 
doble juego, se transforma previo pago o convenio a tu favor. Los profesionales 
en el fondo de su corazón amaban el Sistema, y no atentarían cuestionando el 
entramado. No se trataba de fundamentalismo ideológico, la mayoría son críticos 
con una mecánica permitiendo todos los chanchullos imaginables, pero adictos por 
supervivencia, conveniencia, y modus vivendi. 
El caso terminaría con dos en el 
banquillo, Pascual Estevill y Piqué Vidal, escaso banquillo, dibujado en la 
expresión del Fiscal Jefe Mena, “caso aislado”. Sin similitud en magnitud y 
truculencia con Penalva y Lavernia, los dos jueces condenados años atrás, primer 
caso de prevaricación y soborno, contratados al salir de la cárcel por el Bufete 
Piqué Vidal. No entendí su necesidad de empleo, solo la finca con tentadero 
donde remataban sus juergas valía una millonada. Otra lucha entre profesionales 
dinamitando el monopolio judicial en suspensiones de pago y quiebras (carroña 
para buitres), sector muy rentable en el ambiente judicial barcelonés. Lo 
tuvieron fácil, los usos franquistas de total impunidad aportó más pruebas de 
las necesarias, ni se preocuparon por Andorra, el dinero y la golfería les 
rezumaba. Piqué aplicaba a rajatabla las normas sobre dinero negro, de siempre. 
En los bancos nacionales el movimiento legal, contabilizado y declarado (aunque 
los mermados precios en las escrituras de sus compraventas inmobiliarias 
hubieran dado pie para un proceso por fiscal, frente cubierto), pero Pascual 
disfrutaba en su lucha contra corriente, y le arrastró. Quizá un complejo de 
Edipo contra quien en definitiva le creó Juez. Fiscalía en lugar de felicitarse 
por solo tratarse de un “caso aislado”, dará un verdadero recital de cómo se 
aísla un escándalo de una magnitud moral dramática. Y se aíslan y marginan los 
innumerables y multimillonarios delitos de los extorsionados, la cúpula 
empresarial y financiera de Barcelona. Aislados todos. Se hace un paquete de los 
delitos que llegan al juicio y se les condena a siete a Piqué, como a mí por 
unos medianos pagarés a unos bancos, y nueve a Pascual, cuando a mi me pedían 
doce por encubrir a De la Rosa. Resultado final, toda una vida de ganster 
oficial sin repercusión penal carcelaria. 
Imprescindible la presencia de 
Adolfo Fernández Oubiña, aun en entredicho en la Judicatura, abarcaba por 
experiencia el arco judicial. Conocedor de vicios y virtudes. Descarado, 
aparcaba su coche ante, lo mismo Diagonal 612, que en Aribau Mallorca, la 
coctelería Ideal, donde De la Rosa interrumpía sus cócteles para seguido de sus 
guardaespaldas despotricar por teléfono en la acera. El jubilado juez comía en 
la terraza de al lado rodeado de fornidos y jóvenes amigos. Sujetaría las bridas 
de los purasangre metidos en el rocambolesco juego de defenderse atacando pero 
sin desear el hundimiento del contrario, antes colega de rapiñas. Un valor 
reconocido, a pesar de su revolcón en el Supremo con pérdida de la Presidencia 
de una Sala. Supo nadar y guardar la ropa, hasta la jubilación. Otra muestra de 
la inmensa corrupción judicial o de la ineficacia y perversión. Su presencia en 
el Bufete no se limitaría a la carroña de los quebrados por usura, marcaría la 
dirección de los frentes judiciales contra el titular, y de suponer 
rentabilizaría su presencia, ganar dinero. El principal cliente, De la Rosa, no 
aportaba ni petrodólares ni minutas, prefería otros bufetes, y Pujol huía de 
unas compañías capaces de dinamitar su fogosidad catalanista, por lo que el 
enjambre de sociedades creadas en los primeros setenta para fagocitar activos y 
en los ochenta hacer desaparecer las enormes diferencias de precio de compra y 
venta de las empresas a vender a KIO, o viceversa, y las compraventas de 
edificios para la Generalitat, se dedicarían a facilitar el inmenso trasiego de 
dinero blanco o negro de la ciudad. Los billetes tienen el mismo color.
 
Entre el Ideal y Dry Martini 
(durante años con un negocio de masajes-putas en el principal del inmueble) se 
extiende el mapa de la Barcelona del golfeo y la droga. El poder y carisma de 
juez disfruta del derecho de pernada sobre la mujer en busca de soluciones a sus 
problemas legales, al estilo de la policía en la prostitución del franquismo, y 
de pretenderlo se haría con un harén gratis. Años atrás tenía una propietaria de 
un estanco que hasta denunciaba a quien ordenara. Desde el Barrio Chino de 
marines americanos y ex legionarios con su kifi, el Paralelo y sus políticos de 
zarzuela, o el Rigat, Bolero, Río, de los estraperlistas, al Ensanche metido 
entre Colombia, Galicia y toda Europa, existe la misma diferencia que del 
Molino, Apolo y Victoria a las Crónicas Marcianas. Las putas, un simple relleno, 
decorado y buen complemento, o agentes de ventas. El ir y venir de individuos 
entrando y saliendo de los locales no tiene nada que ver con aquella riada de 
hombres abarcando toda la calle Escudillers, Robadors, San Ramón, Tapias, o el 
Chino entero, el sábado por la noche, día de cobro. “Sábado sabadete, camisa 
limpia y polvete”. Ahora la cita o búsqueda del contacto, y por extensión el 
contacto judicial, tan incardinado en el juego de la droga. El kilo de cocaína a 
cinco millones de pesetas al mayor, según corte, incluía, desde las doscientas 
mil de inicio en América, el coste de miles de sumarios y su gente en la cárcel, 
aunque la mayoría acabaran tristemente olvidados, y la puta miseria les 
condujera de nuevo al trapicheo. 
España, lo descubrieron rápido 
los colombianos, tenía un dúctil modo de manipulación de la justicia donde por 
el momento entre “la plata y el plomo”, sin duda “la plata”. Tardarían en 
entender que el pago en negro a su abogado no garantizaba el inmediato arreglo. 
Sin embargo Barcelona funcionaba mejor que Colombia donde los muertos 
sobrepasaban toda lógica. 
Los suaves atardeceres de 
tertulia entre profesionales de la judicatura o el derecho en el Derbi de los 
setenta, el Gotarda de Infanta Carlota, Petit París, la Puñalada, se rompieron 
como la unidad total de criterios o acción del franquismo. Exceptuando la 
presencia del histriónico De la Rosa y su séquito de seudofinancieros, 
estafadores, funcionarios, periodistas y abogados, los demás no aguantarían una 
mínima encuesta de en que consumían su tiempo libre. Negociaban.
Al atardecer y noche, el barrio 
cambiaba de decorado, la mayoría de sus aburguesados y viejos vecinos 
desaparecían para entre una juventud, no excesiva, pues la del botellón prefería 
los cascos antiguos de Gracia, Rabal, Barceloneta y Borne, aparecían 
sudamericanos, turcos y gente del Este, siempre de la mano de españoles. Si en 
los viejos mublés se liquidaron cuentas del estraperlo y las concesiones 
políticas, en las relucientes saunas y clubes con habitaciones, se encuentran 
muertos de difícil filiación con sobredosis o tiroteados. Pasarían años para que 
la prensa, y más la televisión, admitieran que la droga constituía una plaga 
nacional, y no solo porque muriera de sobredosis una Ordóñez, o un ex futbolista 
destrozara la habitación del hotel, o Maradona señalando a Barcelona como cuna 
de su adicción, sino por los escandalosos casos de libertad a manifiestos 
mafiosos traficantes cogidos en “flagrante delito” o reclamados por la Interpol 
o la Dea, y la suma de cientos de miles de millones, evidenciados por los miles 
de quilos intervenidos, confirmando su presencia en todo el entramado oficial. 
No se trataba de guardia civiles 
parando el cazo en las fronteras, ni siquiera coroneles cubriendo yates y 
barcos, policías a por el botín de narcos pequeños o grandes, o de simples 
cobradores de colombianos, publicado en enero del 2005 sobre un policía 
asesinado, las cifras en cientos de miles de millones, billones, y no corren sin 
la colaboración y ganancia de miles de funcionarios y políticos. Y si en el 
centro de Barcelona se negocia con la cocaína, y mayoristas de heroína en Aribau, 
en los barrios los gitanos pierden su hegemonía en el hachís a manos de los 
marroquíes enlazando las costas y autopistas catalanas con Europa, fuente de no 
pocos enfrentamientos llamados “raciales”. Con razón el comisario Justo Aguilera 
le comenta a un amigo abogado que Barcelona “se complica”, y cambia de destino. 
Comisario Jefe en Jaén. 
El nuevo río de oro, creciendo 
sin parar desde los últimos 70, minimiza los petrodólares kuwaitíes 
transformando a De la Rosa en una reliquia del Ensanche. Toda expansión 
económica insuflada con capital fresco, atrae a foráneos y a los propios que 
antes lo exportaron, y surgen cientos de extrañas sociedades, nacidas en 
Holanda, Luxemburgo y los demás paraísos, se legalizan en España y compran en el 
Paseo de Gracia, construyen hoteles, y rellenan los huecos del saturado 
Ensanche. La gran banca y las cajas con presencia en “todo el mundo”, ayudan con 
operaciones parecidas al aval prestado a De la Rosa por el Banco Popular. El 
círculo está cerrado, España, y Barcelona en concreto, la “basa d´oli” del 
Honorable Pujol. De la calle Tuset del 60 con la “Gauche Divine” en alarde de 
exclusividad intelectual imponiendo la coca de novedad y distinción, al gran 
narcotráfico escondido entre el fariseismo propio de la más antigua de las 
colonias fenicias. Y si la corrupción es tabú, y admitido que cualquier venta 
produzca dos contratos, la escritura pública (oficial) y el contrato privado (en 
negro), la droga, treinta años multiplicando inmensas fortunas y dramáticas 
muertes, ignorada, silenciada, se calla hasta reventar el vaso. 
Yo, con piso en el barrio desde 
los setenta, cuando si se olvidaban las llaves se palmeaba al sereno y en el 
silencio de la noche se oía el arrastre de su palo, sin la prudencia debida a la 
“busca y captura” acudía a las excelentes paellas de mi mujer, y los veía con 
los negros automóviles ocupando el chaflán del Ideal. Parte de mis alocadas 
imprudencias, si yo veía, me veían a mí, y si el delito, más impune que 
denunciado en el barrio, en mi caso, funcionaron las llamadas a la policía. 
El fracaso en la venta del 
castillo, un aviso, o el intento en la distribuidora con mi novela “Los cuadros 
del Museo Von Turner”. Demasiadas presencias incordiando. Las amenazas del “Club 
de los Mentirosos” a los distribuidores surtieron su efecto. Además de jugarme 
la libertad, no vendería a través de empresas con suficiente presencia, ni 
financiando o imprimiendo la edición. Y me reclamaban unas miles de pesetas por 
devoluciones. 
Al tiempo, los Pascual y De la 
Rosa, por el momento se libraba Piqué Vidal, se debatían entre el enjambre de 
papeles que nos vacían los bolsillos a menos de traspasar la frontera de la 
legalidad convirtiéndose en un prófugo. Ellos saben que es posible, pero 
intentarán agotar todas sus posibilidades que son muchas. Antonio de la Rosa 
demuestra se puede vivir y disfrutar más allá de la Ley, siempre con la anuencia 
de dinero y corruptos en nómina. Un freno, el grave inconveniente de 
comprometidas situaciones jurídicas en Nueva York, Londres y Suiza, o sea, todo 
el planeta. Eso les retiene, se torea mejor con la corrupción en España que en 
los juzgados por esos mundos, donde además se aparece colgando de un puente en 
Londres, como el banquero italiano Calvi. 
Pujol retoca su “gobierno” 
limpiando el polvo. Cullell, Prenafeta y Maciá Alavedra, no tardarán en 
mostrarse por televisión en los refinados suquets del Ampurdán, y Miguel Roca 
situaría su bufete en la elite y ranking de la profesión, superando los 
efectivos de Piqué Vidal, pero lejos de los de Cuatrecasas (el patriarca Pedro 
Cuatrecasas Sabata, que en una ocasión cogió a De la Rosa por la solapa por su 
inversión en Bamsa, cuentan), y los jueces pieza clave en el Caso Consorcio 
presiden sus doradas salas. En la fiscalía, el segundo pasa a primero, normal en 
el funcionariado, elevado Carlos Jiménez Villarejo a Fiscal Anticorrupción. 
La creación de Anticorrupción por 
el Gobierno de Felipe González se entiende para centrar en una oficina madrileña 
la porquería de gran olor. La disparidad de criterios de cientos de funcionarios 
fiscales enredó denuncias y querellas donde se ahogaban tantos compañeros 
socialistas que mejor centrar la corrupción en un mando, y si Jiménez Villarejo 
“de izquierdas” demostró su gran hacer en Barcelona cumpliendo su cometido, 
obedecer a su superior el Fiscal General del Estado, nombramiento del exclusivo 
dedo de la Jefatura del Gobierno, pues eso, el más apto. ¿O sería porque la 
Fiscalía de Barcelona funcionaba mejor que la Guardia Civil a la voz del mando, 
y Barcelona una “basa d´oli?. En Madrid, se detiene al director de la Guardia 
Civil, Gobernador del Banco de España, y ministros, y confirmando a Pujol, en 
Barcelona ningún Consellé, ni Delegado de Hacienda, ni menos cargos de la 
Guardia Civil o Policía. La corrupción se limitará a tener entre rejas, y 
corrompiendo, a Estevill y Javier. 
Una mota de polvo en la gran 
montaña, el fiscal del caso Mariano Rubio, deja la fiscalía y ficha por el gran 
Bufete Cuatrecasas. Diagonal Paseo de Gracia. Un bufete que intentó comprar el 
edificio del Deutche Bank, pero no pudieron con los inversores andorranos (unos 
10.000 millones). Un mar tranquilo el Mediterráneo comparado con la adusta 
meseta. La fiscalía de Barcelona funcionaba a la perfección, nada que alegar por 
el nuevo Gobierno de Aznar, seguían obedientes, aunque patalearon ante la Ley 
arrebatándoles el derecho de por vida del cargo, Vitalicio. La sagrada propiedad 
de la plaza funcionarial, tan fundamental decían para la libertad y servicio a 
la Justicia. ¿Cómo se les ocurriría a los americanos o suizos elecciones para el 
cargo de fiscal?. Aquí elegidos a dedo y a perpetuidad, removibles por ascenso 
al Supremo o al Olimpo de los Dioses. Ni el Rey lo tenía tan seguro. Toda la 
normativa rezuma Dictadura. La Dictadura del Funcionariado.





 
 
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