CITA DEL DIA

jueves, 28 de mayo de 2009

Ballenas, monumentos naturales que eligen la ciudad, claves del fenómeno y datos para disfrutarlo

[29/10/06]
Las ballenas francas australes pasan cada vez más cerca de la costa, se las suele ver durante más cantidad de meses en el año y permanecen varios días, convirtiéndose en uno de los pocos espectáculos naturales que le faltaban a Mar del Plata

Las poblaciones de ballenas francas australes están aumentando lentamentamente tras haber estado en grave peligro de extinción como consecuencia de la sobreexplotación que sufrieron en el Atlántico sobre todo durante el siglo XIX y principios del XX.

Como resultado de haberse prohibido su caza en varios países -Argentina con una ley de 1973 fue precursora de su protección en América Latina-, desde la década del 70 a la actualidad se ha observado un crecimiento de cantidad de ejemplares, que, entre otros lugares, eligen las aguas argentinas para descansar, reproducirse, parir y criar a sus cachorros.

Mar del Plata -al igual que otros puntos de la costa bonaerense y las de Uruguay- parece ser una natural beneficiada gracias al crecimiento de las poblaciones de ballenas, como también de sus cambios de comportamiento, que las hacen aparecer en un período más extendido de meses al año y permanecer más cantidad de días en sus costas.

La ciudad está llamada a contar con la presencia de estos monumentos naturales como un atractivo natural más para habitantes y visitantes. Eso sí, hay que estar atentos, dado que para participar del bello espectáculo que suelen brindar no hay forma de establecer ni día ni horario.

Para entender un poco mejor este fenómeno consultamos al doctor en ciencias biológicas Diego Rodríguez, quien desde hace más de 20 años estudia las poblaciones de ballenas francas australes.

Además de centrarse en el comportamiento de los ejemplares que eligen Península Valdés, su distribución geográfica y comportamiento migratorio y reproductivo, el trabajo -iniciado en la década del 70 por el doctor Ricardo Bastida y al que se sumó Rodríguez- tuvo un componente muy importante, el de establecer qué pasa con los animales en la provincia de Buenos Aires. "Los avistajes de ballenas francas comenzaron a hacerse más frecuentes a partir de la década del 70" contó Rodríguez, quien destacó que en aquel momento eran registrados uno o dos animales por año desde la costa local. Pero a partir de la década del 80 "hubo un aumento muy importante" y en la actualidad se registran unos 150 avistajes por año.

En las costas de esta zona se están dando varios fenómenos al mismo tiempo. "Por un lado aumentó el número de avistajes por año, por otro aumentó el número de ballenas por avistaje -en la década del 80 era más frecuente ver de a una, hoy ya estamos viendo de a pares o de a tríos-. Otra cosa que aumentó fue el porcentaje de avistajes con cachorros. Además, cada vez los vemos más expandidos en el tiempo".

El período en que es más probable observar ballenas francas cerca de nuestras costas es entre agosto y noviembre, aunque en los últimos tiempos ya en mayo se han visto ejemplares jugueteando por la zona.

Rodríguez comparó que algo similar está ocurriendo en la Península Valdés. "Antes los animales se empezaban a ver por allí al finalizar el invierno, a partir de julio, agosto, hoy en día ya tenemos animales que están llegando allí en mayo y su estadía se está extendiendo un poco más allá de diciembre".

Según el investigador del Conicet y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata también el fenómeno es "general en Sudamérica". Explicó que "la especie está un poco más desarrollada aquí, pero en Sudamérica hay dos áreas principales de reproducción, una muy grande en Valdés y otra en Santa Catarina, Brasil". Ambas ya eran "antiguas zonas de concentración de ballenas" antes de los años de caza. "Mar del Plata está en una posición intermedia entre las dos zonas entre las que hay un flujo muy importante de animales, de manera que es absolutamente lógico pensar que en ese intercambio pasen por acá", sostuvo.

El biólogo entendió que "uno no puede decir a ciencia cierta si los animales están yendo hacia el sur o hacia el norte cuando se los ve por aquí. En general uno tiene la tendencia a pensar que cuando estamos más avanzados en la temporada, más cerca del verano que es cuando los animales migran hacia zonas subantárticas a alimentarse, están yendo hacia el sur, es lo más probable. De todos modos al principio de la temporada -mayo, junio- los animales que están aquí pueden ir tanto para Brasil como para Península Valdés".

No hay una explicación contundente para el fenómeno. Según enumeró Rodríguez las ballenas francas no tienen ni una ruta migratoria muy definida ni fuertes lazos de parentesco que mantengan a las familias unidas en su eterno peregrinar entre las aguas subantárticas y las del sur de Brasil que puedan explicar estos cambios. "El único lazo social que se mantiene por relativamente bastante tiempo es el de las madres con los cachorros. Son animales que suelen andar solos o de a pares. La mayor actividad social la tienen en los lugares de reproducción".

Si bien en general sus desplazamientos se realizan por mar abierto o "aguas afuera", llegan hasta la costa, "para ubicar las áreas de concentración". Es en esos momentos cuando se las puede observar más que nada en zonas reparadas, similares a aquellas en las que se reproducen y amamantan a sus crías.

Sus movimientos

Las ballenas tienen un "ciclo migratorio" en el que alternan su permanencia entre áreas de alimentación y áreas de reproducción. "Donde se reproducen, en general no se alimentan y viceversa" explicó el investigador. "Los animales se concentran en ciertas áreas a reproducirse y luego migran, se mueven hacia otras áreas. Los ejemplares que se ven en Sudáfrica, en Sudamérica, en Australia, se concentran principalmente durante la primavera e inicios de verano para reproducirse, pero para finales de año -verano austral- se trasladan hacia el sur pero se dispersan en una banda subantártica alrededor de todo el hemisferio sur". Es que en el verano austral es el momento "de mayor producción marina, de mayor creación de biomasa en el mar" que los animales aprovechan para alimentarse. Luego "en las épocas en que el clima es más benigno en las zonas templadas, se mueven para reproducirse y parir".

De todas formas aclaró que las ballenas francas no son animales estrictamente antárticos. "No es que vamos a encontrar grandes concentraciones cerca del continente antártico. Son más bien subantárticos o se encuentran en la parte más al norte de la Antártida, en lo que podemos definir como el límite del océano Antártico".

Recomendaciones para el avistaje

El doctor Diego Rodríguez sabe que los marplatenses ya tienen el ojo bastante entrenado para observar a las ballenas, que nos visitan ya asiduamente. De todas formas dio algunas recomendaciones.

"Se las ve de manera intermitente, no permanente, pero hay que saber que pasan muy rápido, por ejemplo, desde la zona del torreón a la de Playa Grande, pero en cada uno de esos puntos permanece bastante tiempo".

Se puede ver a veces la cola, a veces la cabeza o el lomo y, con suerte, el chorro de la respiración de estos hermosos animales.

En cuanto a quienes quieren verlos bien de cerca, en algún bote, tabla o moto acuática, alertó que "hay que hacer las cosas de manera responsable" y aseguró que no hay nada que se pueda hacer para forzar a los animales a que se acerquen. "Se acercan si quieren, si se van, cualquier maniobra que haga uno para evitarlo lo único que logra es molestarlos".

La distancia más aconsejable para observar este espectáculo natural es de entre 200 ó 300 metros -la mayoría de las veces desde la costa es más que suficiente-.

También pidió que quienes se acercan no lo hagan en silencio. "Hay una tendencia de quienes se acercan a las ballenas de hacerlo en silencio, pero siempre es bueno que los animales tengan una referencia de sonido, porque a veces se asustan. Ahí puede haber algún problema porque si bien no son animales agresivos, miden 17 ó 15 metros de largo y pesan varias toneladas, de manera que el movimiento puede significar partir en dos un bote, una tabla o hasta a una persona".

Asimismo recordó que para los animales puede resultar peligroso si la gente se acerca con alguna embarcación con hélice, porque pueden resultar lastimados.

Por último reconoció que si bien para la operativa del puerto la presencia de estos animales puede entorpecer el paso de las embarcaciones, en realidad, la gente de los barcos pesqueros "tiene mucho oficio y es muy respetuosa", aunque a veces "no sucede lo mismo con algunas embarcaciones comerciales".

Datos para identificarlas

En el capítulo dedicado a la ballena franca austral del libro "Mamíferos marinos, Patagonia, Antártida" de los doctores Ricardo Bastida y Diego Rodríguez, hay un apartado denominado "claves para su identificación" que puede resultar muy útil. Son las siguientes:

* Son ballenas de cuerpo muy grande, voluminoso y robusto, que no supera los 17 metros de largo.

* El área dorsal no tiene aleta.

* Coloración general negra. Muchos ejemplares tienen manchas blancas de tamaño y forma variable, principalmente en vientre y garganta.

* Cabeza larga, de aspecto extraño, con grandes callosidades de tonalidad clara.

* Reborde labial muy arqueado.

* Barbas bucales muy largas (220 a 260 pares).

* Aletas pectorales en forma de paleta ancha o remo, con reborde posterior levemente ondulado.

* Aleta caudal o cola de forma clásica, de gran superficie, claramente hendida en su parte central. Con borde posterior liso.

* Resoplido en forma de V.

* Suele sacar la cola del agua antes de bucear.

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