Rafael del Barco Carreras
Barcelona 23-10-2011. ¿Qué pensará esta señora de los pigmeos del Sur de Europa que casi dinamitan el Euro? No creo que ayer tarde sus asesores le informaran de las manifestaciones por la independencia en Bilbao, ni menos de las genialidades de los grandes cerebros de las finanzas Mas-Colell y Juan María Nin en la 16ª Trobada de Economía a S´Agaró, ni menos de menos de los discursos y hasta delirios emocionales de nuestros políticos ante el comunicado de ETA sobre la lucha armada, pero de lo que si estoy seguro es que importándole un bledo esa campaña electoral de unos liliputienses chulos, malgastadores y corruptos, dijo alto y claro que se acabó la fiesta… que recortarán quieran o no… en profundidad ¡de verdad!, o así se deduce de ese “España tendrá que hacer más esfuerzos para recortar el déficit”.
La primera reacción de la vicepresidenta Salgado ha sido afirmar que hasta el 20-N en España no se recorta nada. Respuesta que supongo Merkel tendrá en cuenta, y no con entusiasmo.
Quien seguro que a última hora del día veía la televisión era mi conocido de los “bonos patrióticos”. “Perdona Rafael, creo que te has enfadado esta tarde por lo de resentido… como te lo leo mucho y tú mismo lo dices… pero te llamo para decirte que el lunes no suscribiré”. A mí, al igual que a la Merkel los pigmeos del Sur, me importaba un pimiento lo que hiciera con su dinero, pero deduje que de ese merdé del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera FEEF (que se ampliaría), los ministros de Economía de los 27 y los 17 del Eurogrupo, y la recapitalización de la banca, únicamente entendió lo del recorte del valor de la deuda española, deduciendo similar para la catalana.
Le contesté, quitando hierro, que si este fin de semana se arrepentía y renovaba sus bonos, en el peor de los casos un día u otro le cambiarían unos papelitos por otros, con seguridad a muchísimo más plazo y con bajo interés, para que con el tiempo la inflación (el eterno, callado, y más efectivo de los impuestos) nivelara la ingente deuda pública con la capacidad del País. Le impresionó lo de que Bruselas estudiaba una rebaja del 60% de la deuda griega. Me despedí cortésmente sin entrar en que el anuncio se refería a los bancos poseedores de esa deuda, y sin ningunas ganas de una trivial y tabernera conversación político-financiera.
Convencido que la deuda catalana no acabaría en el dominical Mercado de San Antonio, como acabaron los títulos de todas las instituciones catalanas de antes de 1939, en primer lugar porque ya ni se emiten títulos sino unos tristes apuntes o formularios contables de ordenador (que jamás despertarán los instintos coleccionistas), que tampoco permitirían los alemanes y demás nórdicos que ocurriera un “corralito argentino”, y que aunque ocurriera la Argentina de hoy parece que va mejor que la mayoría de países europeos… ante la relatividad, y consciente de nuestra inútil insignificancia… he dormido mejor que nunca.
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