Más sonoro no puede ser el choque con la realidad. Al jefe del Ejecutivo no le sirven ni el optimismo ni los camuflajes semánticos. Ahora ha de cargar con el peso de mensajes lapidarios.
Poco a poco el Gobierno asume que la recesión económica no es un accidente pasajero. Agotados los adjetivos y las comparaciones, empieza a estar de acuerdo en que esta crisis va a ser larga y profunda. El Ejecutivo ha intentando hasta ahora sostener un tono optimista pero el escenario es ya mucho peor de lo previsto y se aparcan definitivamente los brotes verdes y se retrasa la recuperación hasta 2011. Pésima nueva. Una más.
Apenas celebradas las elecciones europeas, la propia vicepresidenta económica, Elena Salgado, ha protagonizado un ejercicio de realismo al reconocer que el PIB se contraerá este año hasta el 3,6% y que la tasa de paro se situará en el 17,9% de media. Por primera vez el Gobierno ha puesto sobre la mesa la crudeza de las cuentas públicas, al señalar que el déficit del Estado se disparará hasta el 9,5% este año (un 3,7% más de lo previsto) tras el fuerte aumento del gasto destinado a estimular la economía.
La nueva situación supone un hachazo brutal en la frente del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pero por eso mismo debió haber sido más prudente al colorear el cuadro. Ahora habrá de cargar con el peso de sus frases lapidarias. Y de sus "recaditos". Entre otros, según cuentan a Garganta Profunda, el enviado el pasado día 5 a través de terceros, al director del diario El Mundo, Pedrojota Ramírez. Y es que esa mañana, el jefe del Ejecutivo quedó atrapado en uno de sus pronunciamientos.
Ocurrió en Los Desayunos en TVE a donde Zapatero acudió para enfrentarse a los tres periodistas que le pusieron delante: Melchor Miralles (El Mund), Javier Valenzuela (El Paí) y Juan José Téllez (El diario de Sevill). El programa se convirtió en un escenario idóneo para la propaganda política realizada por Zapatero. Propaganda a palo seco y, sin duda, el inquilino de La Moncloa aprovechó la oportunidad para despacharse a gusto y, como casi siempre, para poner buena cara al mal tiempo.
"Dile a Pedrojota que aunque no os guste a los de El Mundo, hay brotes verdes", dijo con socarronería José Luis Rodríguez Zapatero a Melchor Miralles una vez fuera de cámara. El jefe del Ejecutivo se vino arriba y le va a pesar para los restos la frasecita de marras. En mala hora se le ocurrió sacar pecho. El jefe del Ejecutivo no quiso, o no supo, aplicarse el cuento de que "en boca cerrada no entran moscas". Le faltó prudencia, más aún cuando todas las señales anuncian una inequívoca tendencia al empeoramiento.
Como gesto ante una ciudadanía angustiada por la negrura de su futuro económico, la falta de realismo es siempre imperdonable en un gobernante. Además, y por si los adversarios político-mediáticos andaban escasos de razones para ponerlo contra las cuerdas, Zapatero se lo ha puesto a huevo. Ajo y agua, Presidente.
fuente:http://www.elsemanaldigital.com/
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