Semana negra.
Rafael del Barco Carreras
Barcelona 14-04-2012. No es lo del perro y las pulgas, es
que España está en un callejón sin salida, y digo que como todo quebrado sin
remedio se inventa un culpable o los más posibles para justificarse. Las
quiebras son legalmente fortuitas o fraudulentas, es decir; la del empresario
fracasado por circunstancias adversas o la del golfo chorizo dilapidador. Y
España está más cerca de la golfería que de las circunstancias adversas.
Un enemigo exterior cohesiona, y esta semana aquella
Argentina del trigo de la Evita Perón pretende quedarse con los pozos de
petróleo de Repsol-YPF, presumo uno de los mejores negocios de LA CAIXA. Digo
presumo, porque escéptico a los triunfos mediáticos de las grandes empresas,
quizá ni lo sea tanto, o esté tan metida en tantos líos internacionales que
vete a saber.
Pero el susto de la semana se adivina si leemos; “The
Economist no descarta que España tenga que recurrir al fondo de rescate para
recapitalizar la banca” o “El NYTimes señala a Merkel como la culpable de la
crisis de España”.
“Recapitalizar la banca” significa que la banca española
tiene en los “mercados” la misma credibilidad que el Estado Español, poca o
nada.
Y “culpable Merkel” lo es por intentar embridar España.
España no es un país neoliberal y democrático que reajustando presupuestos a la
baja y retocando aquí o allí se pueda “nivelar”; España es una cerrada
Partitocracia de golfos que han quebrado las cajas de ahorros y el Estado. Y
ese juego de inyectar dinero a cambio de unas reformas que a cada día que pasa
hunden más al País, no soluciona nada… muy al contrario.
Merkel debería convencerse, como cualquier acreedor atrapado
en una quiebra que amenaza arrastrarle, que la única solución es propiciar un
radical cambio de juego político y financiero, que en España tanto monta monta
tanto. Convencerse que no solucionará nada avocando cientos de miles de
millones de euros al pozo sin fondo de una banca y cajas podridas que utilizan
ese dinero para aguantar sus quebradas empresas y al propio Estado en eterno déficit,
olvidando la función de financiar la economía productiva, ahogada por el peso
de lo público.
¿Y existe economía productiva? ¡Esa es otra! Por supuesto
que sí, un inmenso sector ajeno a la Política y a LA GRAN CORRUPCIÓN, que a
diario trabaja todas las horas posibles; unos para mantener sus sueldos y hasta
aumentarlos si las circunstancias le son propicias, y otros arrastrando sus
pequeñas, medianas o grandes empresas, contra viento y marea.
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